viernes, 10 de junio de 2011

'Showgirls' (Paul Verhoeven, 1995). Pezones erectos sin hielo.





“Siempre hay alguien más joven y hambriento bajando la escalera detrás de ti”, dice la pérfida Cristal Connors a Nomi Malone en esta gran película sobre la que me propongo hablar. No le falta razón.

Hacia mediados de los 90, Paul Verhoeven se había ganado una enorme reputación como director en Estados Unidos con títulos como Robocop (1987), Desafío Total (1990) o, sobre todo, Instinto básico (1992). Huyendo de las restricciones y polémicas en su Holanda natal, se había hecho un lugar en el Hollywood de la época encadenando taquillazos. El éxito de Instinto básico (cuyo guión se atrevió a rodar tras bastante tiempo de andar pululando por ahí), el haber encumbrado al más puro estrellato a la otrora segundona Sharon Stone, y el hecho de que repitiera con el guionista Joe Eszterhas, prometía. Y subiendo la apuesta por la carga erótica, parecía que su nuevo proyecto sería un éxito seguro.





Numerosas chicas se presentaron a las audiciones deseando ser la nueva Stone (pongamos que hablo de Charlize Theron o Denise Richards) pero finalmente se llevó el gato al agua la televisiva Elizabeth Berkley. Había mucha pasta en un proyecto muy prometedor llamado Showgirls que con toda probabilidad la iba a convertir en el nuevo mito erótico de los noventa.

Pero ¿qué pasó después? Críticos irritados, carreras hundidas, reputaciones por los suelos, colección de razzies (incluido el de peor película de la década), y sin embargo, una gran recaudación para ser una película para adultos (más de 100 millones de dólares en alquiler de video, y a día de hoy, una de las 20 películas más vendidas de todo el catálogo de la Metro). Y es que, a pesar de los snob que la menosprecian, Showgirls se ha convertido merecidamente en una película de culto con los años.


La cinta cuenta el periplo de Nomi Malone, una presunta bailarina, por Las Vegas, pasando de ser tan solo una forastera a la reina del espectáculo ‘Goddess’ (Diosa) de un reputado casino: lo máximo a lo que una showgirl puede aspirar. Hasta llegar a ello tendrá que bailar mucho desnuda y poner valores como la decencia o la dignidad en la balanza para ver si pesan más que el éxito. Hay mucho cabrón suelto en Las Vegas, y Nomi se dará cuenta, ¡pero tendrá que aprender a sobrevivir también en esa jungla de frivolidad!

Más allá de la Berkley, tenemos a Gina Gershon como la perversa Cristal, a su entrañable amiga negra que no puede enhebrar agujas y al lynchiano Kyle MacLachan con un flequillo imposible, dispuesto a encumbrar a la nueva diosa del baile en topless, Nomi Malone, a lo más alto.

Hay muchas razones por las que ver y defender Showgirls, de las cuáles destacaré unas cuantas:
1-. Showgirls saca a la diva que todos llevamos dentro. Queremos diversión, queremos sorpresas, queremos carne: todo ello lo ofrece. Es una película que está pensada por y para el espectador, se entrega sin tapujos a sus deseos más íntimos (éxito, sexo, lujo, reconocimiento). Cuando yo veo Showgirls tengo la sensación de estar frente a cine clásico (por más que su contenido sea de exploitation), una película fruto de un Hollywood en el que, todavía, los sueños pueden hacerse realidad, y de qué manera. Las escenas y las frases antológicas se suceden, los clichés son patentes, las tetas y los fuegos artificiales no cesan, las poses, las maneras, los giros telefílmicos… Showgirls es una atracción muy bien armada pensada exclusivamente para la diversión.

2-. En contra de lo que se diga, creo que Showgirls, aun basándose en la fórmula más pura y epidérmica del espectáculo, y por más que los personajes nazcan del cliché, tiene una gran capacidad retratadora. Me explico: creo que en los temas y formas que presenta se capta la esencia de los 90, es una película ultranoventera. Las fiestas, los shows, el poder de la imagen y de los medios, el petardeo de terraza del que hablaba Sabina en cierta canción, están muy bien retratados. Pero sobre todo, me gusta que la película sobrevive al paso del tiempo. Por más que la critiquen, creo que su superficialidad tampoco se aleja demasiado de la realidad. Vivimos en un mundo –en efecto- superficial: las ideas de éxito, lujo, poder y posesión (sexual, material) y la importancia de la imagen están a la orden del día. Todo eso está magistralmente captado en la cinta. Existen chicas dispuestas a prostituirse, existen ejecutivos dispuestos a comprarlas, existe gente dispuesta a todo por trepar a lo más alto, y gente en lo más alto capaz de todo por saciar lo más bajo. La frivolidad, vanidad y estupidez de los personajes existen, y no podemos negarlo. Es algo innato a nuestro tiempo. La gente aprovechada, envidiosa y avariciosa existe y se acabó: somos todos y ninguno.















3-. La dirección me parece estupenda, ultraefectiva y dinámica, genial. Por más que se asiente en un guión claramente irregular en algunos momentos (que llegó a costar 2 millones de dólares), Paul Verhoeven me parece que lo borda. Adicto a la steadycam, asegura que se inspiró en Fellini y Welles para captar el barroquismo que finalmente ofrece. Olé sus cojones.

4-. Siguiendo con el rasgo anterior, creo que Showgirls es una película del todo coherente con la obra de Paul Verhoeven.
  • a- Ofrece una visión profundamente cínica y cómica de sus personajes. Hay cosas claramente intencionadas: es patente hasta qué punto Verhoeven se ríe de ellos y es cruel con ellos. Creo que este placer por la crueldad y el absurdo se han pasado por alto en otras de sus grandes películas, achacándose siempre como un lastre ridículo a Showgirls. Veamos, por ejemplo, Robocop (1987): un robot en pruebas falla y acribilla a balazos a un ejecutivo, en plena reunión directiva. Alguno va a socorrerle, sin embargo, el director de la empresa solo es capaz de decir: “Este modelo solo nos traerá pérdidas”. También citaría, por decir una, otra de sus grandes películas, deliberadamente denostada en su fecha de estreno, Spetters (1980): la forma en que trata a sus personajes no deja lugar a dudas.

  • b- Mal gusto. Esta es sin duda otra de las marcas de la casa. Veamos por ejemplo una escena de Delicias turcas (1973) que guarda, sin embargo, un gran sentido de lo que es el amor. La novia de Rutger Hauer sale llorando del baño: teme haber cagado sangre, lo cual podría ser un síntoma de una enfermedad hereditaria. El bueno de Rutger va al váter, coge su mierda, la examina, y después la tranquiliza. En la misma película, Hauer vomitará a su suegra en la cara, por ejemplo. O véanse detalles como las míticas tres tetas de Desafío total (1990) o la mamada tío a tío en un panteón fúnebre de El cuarto hombre (1983).

  • c- Efectismo, sentido de lo explícito. No creo que haya que hacer mucho hincapié en esto tras haber leído las líneas anteriores. La cámara de Verhoeven disfruta captando todo, y ya desde su etapa holandesa le dio problemas: atención a la escena de la violación múltiple de Spetters. Cintas como esta motivarían notorias polémicas y su rechazo por parte –paradójicamente- de la izquierda neerlandesa, que motivarían su viaje a Estados Unidos.
Y a quien le duela o le sorprendan estos rasgos en Showgirls, que vea Delicias holandesas, su primera película: se dará cuenta de que todo ya estaba allí en 1971.

Hay quien dice que es una película tan mala que resulta una comedia involuntaria. Sinceramente, creo que hay más de voluntario que de involuntario, y estará conmigo todo aquél que conozca bien la obra del director holandés. Precisamente por eso creo que es tan buena: se permite ir más allá de lo que la mayoría iría, aun poniendo en juego su credibilidad y seriedad. ¿Acaso no es así en los mejores melodramas de Douglas Sirk, acaso no es así la puesta en escena operística de Visconti en títulos como Rocco y sus hermanos o en guiones como el de La caída de los dioses, acaso no se nos invita a ver más allá cuando en Bergman los personajes miran a la cámara o cuando en Godard se tiran rollacos políticos sin venir a cuento? ¿Qué se deja ver ahí? La mirada del autor. Y eso es lo que yo veo en Showgirls, más allá de ser un producto comercial mainstream: un director que se divierte y que putea un poco a sus personajes para ver cómo reaccionan. Sinceramente, creo que tienen más de comedia involuntaria muchas posmodernidades sobrevaloradas de tíos como Lynch, Godard o Béla Tarr.

Y es aquí donde creo que radica la genialidad de Verhoeven, un excelente director infravalorado por hacer productos comerciales: es capaz de aunar esa vocación mainstream patente con rasgos de lo más personales, indicios de la presencia innegable de un autor. La diversión cruel fruto del absurdo, de los destinos aciagos trazados voluntariamente y de la pasión por lo instintivo del ser humano está tanto en Delicias turcas como en El cuarto hombre, Los señores del acero (1985) o El libro negro (2006), por citar algunos títulos: siempre ha estado ahí.

5-. ¿Cuánto vale un razzie? ¿De verdad es Showgirls la peor película de los noventa? Lo dudo mucho. Showgirls era una gran apuesta de la industria hollywoodiense, con un montón de pasta invertida, actores estrella, un director estrella y un guionista –en la época- estrella. La crítica se levantó en armas contra una cinta que, la verdad sea dicha, no me parece peor o más absurda que Instinto básico (1992) o Robocop, por ejemplo, también de la etapa americana y sin embargo más aceptadas. Y por ello era preciso un lavado de cara, por más que se llevaran los millonacos recaudados a las arcas.


Un razzie es algo muy relativo, sin duda. Sin una popularidad anterior no hay razzies que valgan: precisamente lo divertido de estos premios es ver cómo aparecen en esas categorías títulos y nombres conocidos. Recordemos que Kubrick y De Palma estuvieron nominados por El resplandor y El precio del poder, respectivamente. Si de verdad se nominase de manera objetiva a los peores directores, sería un aburrimiento (probablemente ganaría todos los años que sacase una película Bigas Luna, y no creo que a muchos en Estados Unidos les importe o divierta un tipo como Bigas Luna). Sin embargo, Verhoeven tuvo la valentía de ir a recogerlo en persona, lo cual me parece de lo más loable e inteligente, una carcajada en toda la cara a la industria norteamericana y su hipocresía.

¿Hasta qué punto decide la crítica la calidad de una cinta? Son numerosos los casos de cintas vilipendiadas o ignoradas por su carácter abiertamente comercial en la fecha de su estreno que después han sido recuperadas como verdaderas joyas (véanse casos como el de El fotógrafo del pánico, de Powell; La noche del cazador, de Laughton; o algunos melodramas de Douglas Sirk), así como otras películas sobrevaloradísimas en algún momento concreto han perdido muchísimo fuelle con el paso del tiempo (pongamos que hablo de títulos de gente como Roger Vadim, José Luis Garci, Claude Lelouch o algunos de Carlos Saura, por ejemplo). En casos polémicos como el de Showgirls creo que lo mejor es ver la película uno mismo y formarse una opinión.

En mi caso, la pillé sin mucha fe y la acabé fascinado por su depurada vulgaridad y su genialidad. Showgirls es una obra cumbre del kitsch, del camp, un excitante espectáculo acerca de lo superficial y lo perecedero: un divertidísimo y elocuente retrato de nuestro tiempo.


Raphael - En carne viva

5 comentarios:

  1. Excelente tu descripción de la cinta, creo igual que tú, a pesar de las críticas es una buena película, la tengo en colección,incluso la gente también lo dice por los 100 mlls recaudados, aunque no le fue muy bien a Elizabeth Berkley, que a pesar de ser hermosa y de regular actuación perjudicó su carrera... creo que exageraron mucho con el contenido sexual...

    ResponderEliminar
  2. Gran artículo. A ver si tengo un ratito y sigo leyendo otros artículos tuyos.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  3. Hola. Interesante artículo sobre el otro lado de la película, ya que veo que la gran mayoría dice que es un fiasco.

    No sé mucho de cine, pero en mis impresiones no me pareció tan mala pero tampoco creo que sea una joya, pues esta compuesta en gran parte por situaciones que ya se han visto en otros lados(desde la historia, los personajes y el escenario). Así que no deja algo "nuevo". Sin embargo, tampoco se ve que tengan la intención de esto. Noto que se buscaba una película divertida, grotesca, que retrara y viniera a confirmar algo que ya se sabe: que una importante parte de la sociedad y el mundo solo piensa en el éxito como consecuencia de las vanidades, que todo vendrá a partir de eso. La película solo quiere entretener sin más. Y la verdad es que así, como buen entretenimiento lo consigue. Pienso que ese el problema de que algunos la martirizen tanto, pues no la quisieron tratar de comprender y la veían como la película reflexiva, que iba a dar de qué pensar como si fuera una obra de Woody Allen.

    ResponderEliminar