sábado, 7 de abril de 2012

'Los pájaros' (1963), o Hitchcock mon amour


Los espectadores de Madrid y Barcelona están de enhorabuena. Desde el día 4, los cines Verdi ofrecen en alta definición cuatro pesos pesados de la historia del cine, cuatro piezas clave de la filmografía de Alfred Hitchcock: Vértigo, Con la muerte en los talones, Psicosis y Los pájaros. Me detengo en esta ocasión en la última.


Los pájaros es una película que cambió mi vida. Sinceramente, creo que si hoy estoy escribiendo aquí, si estudio lo que estudio, y deseo ser y hacer lo que deseo ser y hacer, es en gran parte porque una noche hace ya diez años dejé el vídeo grabando para hacerme con esta obra maestra. En mi caso, el concepto adquiere un sentido literal.

Más allá de la nostalgia personal, Los pájaros es un ejemplo de lo sencillo que puede parecer lo complejo y lo complejo de explorar lo aparentemente sencillo. Una película que, como otros célebres ejemplos del director inglés, es en realidad dos películas. Los pájaros es un filme para todo tipo de espectadores: Hitchcock es capaz de integrar y reconciliar a aquellos que simplemente buscan emociones y entretenimiento con los que desean acercarse a una obra personal y disfrutar de una experiencia estética plena.

Hitchcock es un puto amo. Su contundencia dirigiendo, su superdotada capacidad para crear ambientes, emociones, dobles, triples, cuádruples lecturas, su arte, joder, de aunar tantos elementos en dos horas de película no dejan de asombrar, casi medio siglo después del estreno de esta joya. Hitchcock es capaz de integrar lo sagrado y lo profano, lo vulgar y lo refinado, la película comercial y la verdadera obra de arte. Y diciendo esto podría estar hablando de Los pájaros o de la gran mayoría de sus películas. The birds es una marcada de paquete en toda regla, una absoluta lección de cine del que podría ser el mejor director de cine de la historia: es asombroso ver cómo este hombre genera, a partir de un argumento totalmente insólito y aparentemente banal algo tan rico y completo, tan visceral y a la vez tan intelectual, tan personal y a la vez tan accesible.

Basta con acercarse y dejarse sorprender. Basta con mirar y escuchar, con dejarse llevar y sentir cómo un inglés sabio con la sesentena bien cumplida, con la experiencia de un artesano y la vocación provocadora del más joven y vehemente de los artistas, juega con tus emociones y expectativas. Cada escena es un cosmos con sus propias reglas de funcionamiento, todo está milimetrado, medido, pensado, gestionado para el disfrute de cualquier espectador. Y eso no lo sabe hacer cualquiera, y menos de esa forma. Basta con ver Los pájaros para descubrir el cine, para entender lo que es, para explorar todo aquello que podría ser. Todavía conservo el VHS en que la grabé.

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