lunes, 19 de agosto de 2013

Dario Argento: Autor, artesano, francotirador (I).

¿Quién es Dario Argento? Cualquier persona que ame el cine debería al menos estar familiarizada con este nombre, aunque seguramente sus certezas acabarán ahí. Los errores, atribuciones y faltas de precisión en torno a este hombre no escasean.

Primer error habitual: Su nombre no se pronuncia Darío Argento, es Dario (con acento en la A) Argento (con la G pronunciada como una Y, que para eso nació en Roma).
Segundo error habitual: No es un director de serie B. En los últimos tiempos, personajes como Tarantino o los ínclitos Balagueró y Plaza han hecho que nombres como Lucio Fulci o variantes tiendan a ponerse de moda entre todos aquellos que quieran hacerse los entendidos o los cinéfilos sin pararse a profundizar. Después desarrollo.
Tercer error habitual: Argento es un formalista, un amante de la forma. Cualquier contenutista de corte fundamentalista puede irse a tomar por culo a partir de esta línea, pues tenderá menospreciar el trabajo de este cineasta.
Cuarto error habitual: Argento, por ser artesano, no está deslegitimado para ser considerado un autor. Su cine nace con la voluntad de ser comercial, sin rodeos, pero no por ello su obra carece de numerosos índices estilísticos que permiten hablar de un verdadero autor, al menos no hasta finales de los noventa.
Dario Argento ha sido, entre otras cosas, el principal director de giallo. ¿Qué es el giallo? El giallo es un género típicamente italiano, una aproximación al thriller con ciertos rasgos estilísticos propios: más allá de una intriga criminal, numerosos asesinatos de corte espectacular-sangriento, giros inesperados de guión, deliberado gusto por el morbo, caracterización estereotípica del asesino (guantes, gabardina, rostro cubierto), ambientación en grandes ciudades italianas… El fundador del género fue Mario Bava, a principios de los sesenta, con La muchacha que sabía demasiado (1962), y Mario Bava, en efecto, era un director de serie B. Pero no por ello Argento habría de serlo: solo hace falta ver el presupuesto bastante holgado de filmes suyos como Profondo rosso, Suspiria, Phenomena u Ópera para darse cuenta de que no se mueve exactamente entre la escasez de recursos, o por lo menos no hasta sus últimos años de carrera.


Dario Argento, tras foguearse como crítico de cine y guionista (no hay que olvidar que, junto a Bernardo Bertolucci, fue el responsable del libreto de un peliculón como Hasta que llegó su hora), decide probar suerte en la dirección, y debuta en 1969 con L'uccello dalle piume di cristallo (El pájaro de las plumas de cristal)). El enorme éxito de este filme le hace completar la 'Trilogía de los animales' con Il gatto a nove code (El gato de las nueve colas) y Quattro mosche di velluto grigio (Cuatro moscas sobre terciopelo gris), ambas de 1971. Las tres son películas que generan unos enormes ingresos en taquilla, se exportan bien al extranjero (Argento siempre rueda en inglés) y sitúan a su director como abanderado del giallo en Italia, el primero de la clase, dada su personal y atractiva visión del género.


Entre los rasgos estilísticos que evidencian la condición de autor de Dario Argento cabe destacar el gusto por los planos subjetivos del asesino, que obligan al espectador a identificarse en cierto modo con él, así como ofrecen una información muy inquietante sobre la situación del personaje protagonista o inocente a cuya muerte o intento de asesinato vamos a asistir en breve. El efecto emocional conseguido con este elemento es innegable.

También se aprecia en Argento un placer deliberado por los detalles: primerísimos planos de ojos, de manos, de fetiches del asesino, de navajas atravesando gargantas, de vasos de leche envenenados a punto de rozar los labios de una bella mujer desnuda, de balas a cámara lenta saliendo de pistolas, colgantes que encierran papeles con claves para la resolución de un crimen dentro, o pájaros que emiten un ruido tan particular que permiten hasta la identificación exacta del lugar donde vive un asesino. Resulta curioso que los detalles se llamen 'particolari' en italiano: a Argento le encantan los particolari, es innegable.

Más allá de la cuestión enunciada del placer en recrear asesinatos cuanto más espectaculares, sangrientos e inesperados posibles mejor, se deriva el placer de jugar con las expectativas y esperanzas del espectador, creando tramas en las que el culpable puede estar en cualquier lado, puede ser cualquiera, y tener las motivaciones más inesperadas posibles. Por eso decía que cualquier contenutista (o amante de los guiones perfectamente coherentes y verosímiles) podía irse a tomar por culo: destaca la forma por encima de las tramas. A Argento le gusta jugar con sus guiones de forma deliberada, generando pistas e indicios -algunos de ellos falsos, que contribuyen a señalar posibles criminales y a enmascarar a los verdaderos-, o propiciando giros de guión tremendamente exagerados solo por el placer de sorprender. También le fascina meter con calzador alguna explicación con ínfulas psicoanalísticas que resuelva por qué el asesino se ha estado dedicando a acabar con todo el mundo en torno al protagonista durante la hora y media/dos horas de película. En general, en Argento hay una obsesión por el whodunit que es una de las evidencias más claras de lo alternativo de su propuesta respecto al cine de Alfred Hitchcock, al que cierta tradición crítica italiana tiende a asociarle (y que él reconoce como su fuente básica de inspiración estética, por cierto).

Así pues, si con ciertos rasgos estilísticos y propuestas formales Argento se presenta como un AUTOR con señas de identidad propias, muy influyente en el cine de género coetáneo y posterior, también revela con sus guiones su doble condición de ARTESANO, de feriante, de mago que usa todos sus trucos para enganchar a la clientela hasta el final, proporcionando una experiencia entretenida y emocionante, pero en definitiva, fruto de un género que tiene rasgos muy definidos, como es el giallo: por tanto, toda aproximación a él ha de ser una variante o superación consciente.

Profondo rosso (1975) y la fijación turinesa.

Tras rodar la comedia histórica Le cinque giornate (1973), rara avis en su filmografía, Argento acomete Profondo rosso (Rojo oscuro) (1975). Se trata de su mejor aproximación al giallo, así como la más aclamada por crítica y público. Todos los elementos estilísticos que ya he explicitado son recogidos y presentados en su máximo esplendor, con su máxima potencia, a lo largo de dos horas fascinantes y excesivas que han otorgado al título su condición innegable de clásico. Dos horas en las que Argento no deja de conjugar su doble naturaleza de autor y artesano, alternado episodios de asesinatos muy bien preparados y filmados, con otros más convencionales para implicar al público como la subtrama amorosa entre el protagonista, el antonioniano David Hemmings, y su mujer y musa de aquel periodo, la indescriptible Daria Nicolodi.

Es inevitable hablar de Profondo rosso sin hacer mención de la inmejorable partitura del grupo de rock progresivo Goblin, cuyas atmosféricas bandas sonoras jugarán un destacadísimo papel en la obra posterior del director romano. Tampoco conviene pasar por alto en Profondo rosso otro rasgo estilístico del autor: Argento siente fascinación por la ciudad de Turín, y sus calles y plazas son escenarios ineludibles de sus giallos, a veces como protagonistas evidentes (véase la secuencia del primer asesinato en este filme). Argento tiende a alternar en sus filmes secuencias rodadas en diversas ciudades con el fin de crear escenarios artificiales cuya arquitectura esté al servicio de la narración (generalmente, Turín y Roma; pero véase Ópera [1987] cuyo escenario es el teatro de la ópera de Parma que cualquier cinéfilo sabrá reconocer también en el segundo filme de Bertolucci, Prima della rivoluzione).

L'uccello dalle piume di cristallo (1969)

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