sábado, 31 de diciembre de 2011

'Hier encore': 2011 según Santi Lomas


Acaba el año y toca valorar qué nos ha dejado 2011, bueno o malo. He seleccionado las siguientes 5 películas atendiendo al criterio de calidad y, sobre todo, a cómo me han emocionado o me han estimulado el coco. Probablemente, la mejor película de 2011 aún no la haya visto. Sin orden de preferencia, aunque pueda parecerlo.

Mis favoritas del 2011, por David Muela Terreros

"The Tree of life", de Terrence Malick


Una de las experiencias cinematográficas del año. Desde los confines cósmicos hasta el misterio del Más Allá: una obra no sólo para ver, sino para sentir, odiar, amar, despreciar, admirar y reflexionar.

"Sleeping Beauty", de Julia Leigh
























En su ópera prima, obra enigmática y exquisita donde las haya, Julia Leigh se demuestra como prometedora heredera del estilo de Atom Egoyan y David Lynch. Veremos hasta dónde es capaz de llegar si el filme se estrena algún día en España.

"El Topo" ("Tinker, Tailor, Soldier, Spy"), de Thomas Alfredson
























viernes, 30 de diciembre de 2011

Un año de Soledad. 2011, según Gabriel Doménech

Reseñamos aquí tanto las películas recaladas en la cartelera patria en este año del señor 2011, como las que aún no han sido estrenadas. Amén.

Por orden de preferencia:

'Nader y Simin, una separación' (Jodaeiye Nader az Simin, Asghar Farhadi, 2011)





'El árbol de la vida' (Tree of life, Terrence Malick, 2011)


'Another year' (Mike Leigh, 2010)

















Sin orden de preferencia:


'Valor de ley' (True grit, Joel & Ethan Coen, 2010)


'La vida útil' (Federico Veiroj, 2010)


'El ilusionista' (L'illusionniste, Sylvain Chomet, 2010)


'Four Lions' (Christopher Morris, 2010)


'No habrá paz para los malvados' (Enrique Urbizu, 2011)


'Melancolía' (Melancholia, Lars von Trier, 2011)


'The artist' (Michel Hazanavicius, 2011)


'Drive' (Nicolas Winding-Refn, 2011)


'El Havre' (Le Havre, Aki Kaurismäki, 2011)


'Shame' (Steve McQueen, 2011)


miércoles, 28 de diciembre de 2011

Jacques Demy (IV). Los años difíciles: 'Lady Oscar' (1979), 'Una habitación en la ciudad' (1982) y 'Parking' (1985)


Después de algún tiempo con esta cuenta pendiente, llega el momento de abordar el último tramo de la filmografía de Jacques Demy. Infravalorada por muchos e ignorada por otros tantos, se compone sin embargo de piezas de valor al alza que nuevos espectadores están empezando a reconsiderar porque, desde luego, entrañan numerosos elementos de interés.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Fasten your seatbelts. 'Drive' de Nicolas Winding Refn



Uno de los aspectos que más gustará de Drive (Nicolas Winding-Refn, 2011) es que da lo que promete. Gustará a los que esperen un ejercicio adrenalítico con reminiscencias cinéfilas. Gustará a los que busquen una muestra de cine-espectáculo diferente. Gustará a los que quieran una buena historia, a los que rastreen un estilo brillante, a los que pidan ambas cosas. Y lo mejor de todo, lo hará sin caer en imposturas.

sábado, 24 de diciembre de 2011

'Christmas' institucional: Feliz Navidaz



Casi nada, con una postal bajo el brazo. Hasta Chevy Chase se ha acercado a la destartalada redacción de 'La Soledad del Tipo del Fondo'. Serán las fechas. Eso y/o su papelón en Community (NBC, 2009-).

Feliz, Feliz NavidaZ (!). A pasarla bien.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Rescates, Death of Bored: HBO suprime 'Bored to Death'


El pasado martes se cepillaron Bored to Death (HBO, 2009-2011). Admito que no resulta descabellado concluir que HBO acaba de hacerse un favor. La serie de Jonathan Ames se quedaba (demasiado) a medias en su particular apuesta y, encima, impunemente, concedió licencia a la mitad de su reparto para vestir de American Apparel. Pero, aún con todo, Bored to Death nos ha descubierto un puñado de cositas. Y no me refiero a que su protagonista se las diese de amante del vino blanco. Hay más.

Uno. Terminó por entronizar al mequetrefe de Jason Schwartzman en el corazón de la imaginería nerd. Dos. Demostró, de paso, cómo el look Wes Anderson es transplantable al medio televisivo con resultados tan decentes (según unos) como irritantes (según otros). Tres. Recuperó al inolvidable Ted Danson para la causa catódica, adjudicándole el que, de lejos, fue el más memorable personaje del tinglado: un editor piraña con espíritu de hippie y aspecto de columnista del Wall Street Journal. Cuatro. Le enseñó a un Zach Galifianakis completamente recobrado del resacón lo bien que le sienta ese rictus de funeral que, ojo, patentó Bill Murray para hacer carrera. Cinco. Durante un tiempo -no cuesta nada reconocerlo- supo muy amargo renegar de una serie cuyos protas se increpan invocando a Chandler, Jarmusch (delirante cameo) o Beckett.

En fin, son tres ajustadas temporadas y -alarma- todavía resta hacer frente a esos cretinos que, secretamente encantados tras la clausura, presumen de serie ignota y gustos recónditos. Pues eso, que estamos a tiempo de hacerles la faena.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Un dios ¿salvaje? Papá Polanski, cara B.


-¿Es Un dios salvaje una película mala? –No. -¿Es, por tanto, buena? –Tampoco.

Con lo mal que andan las salas de exhibición en las últimas semanas a falta de propuestas de calidad abundantes (por más que siempre se cuelen algunas excepciones), Un dios salvaje podría parecer una película mejor de lo que es. También proyectada en una pantalla grande parece mejor de lo que es.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Un dios ¿salvaje? Rajadas, cara A.


Tengo la firme opinión de que, lo mismo que existen productos culturales diseñados exclusivamente para satisfacer las necesidades "básicas" de los receptores (entretener sería la primordial), también es posible hallar productos específicamente creados para calmar lo que podríamos llamar el "hambre de calidad" del público. Me explico.



sábado, 15 de octubre de 2011

Certezas. 'Nader y Simin, una separación', de Asghar Farhadi


Tras asistir a la proyección en la pasada edición del Zinemaldia de este filme, servidor se formó una idea inamovible: si Nader y Simin, una separación (Asghar Farhadi, 2011) no es una obra maestra, se le parece mucho.

Resulta conveniente dar un toque de atención al espectador no avisado, para incitarle a que deje atrás sus prejuicios para con el cine iraní (no infundados, para ser justos, pero que en esta ocasión no tienen lugar) a la hora de encararse ante esta película: estamos ante una historia no por sencilla menos brillante, no por la concreción de sus coordenadas menos universal. Farhadi (del que no he tenido la oportunidad de ver su muy alabada A propósito de Elly) nos sitúa ante una de las más complejas tragedias que ha tenido a bien alumbrar el cine reciente, sin abandonar el tono realista en la narración y, lo más importante, sin que la complicación cada vez mayor de las situaciones nuble o manipule por un momento el juicio del espectador que, como muy bien se ha señalado, es, desde la contundente primera escena, juez de unos personajes que se presentan con todas sus bondades, inmundicias, razones y sinrazones. Con toda su humanidad, vamos. Y precisamente el drama que viven el matrimonio del título, su hija y otras personas de su alrededor, adquiere toda su fuerza amparándose en la certidumbre renoiriana de que lo más terrible de este mundo es que todos tienen sus razones.

Fresco social crítico, drama judicial, crónica de los estertores familiares, compendio de errores y malentendidos encadenados. En las imágenes de Nader y Simin... más allá de todas estas etiquetas, brota la emoción de una historia contada con inteligencia y respeto por la problemática y las visiones que sobre ella refleja; la verdad que emana de sus personajes (mérito de intérpretes en estado de gracia, y por tanto, también de la dirección actoral), y por último, la certeza de que es posible un cine que, trascendiendo  corrientes, modas o tendencias, más allá de ideologías o nacionalidades, puede abordar asuntos susceptibles de tocar por igual a todo hijo de vecino. Cine vinculante, cine capital. No se la pierdan.

Baby Huey - Hard times

jueves, 13 de octubre de 2011

Jacques Demy (III): 'Piel de asno' (1970), 'The pied piper' (1972) y 'No te puedes fiar ni de la cigüeña' (1973).

En el anterior post, dejé a Jacques Demy regresando a Francia, tras la fallida experiencia americana que supuso para él Model shop. Tras haber rechazado un proyecto con Ingrid Bergman y Anthony Quinn, aborda Piel de asno (Peau d’âne, 1970), adaptación del cuento de Charles Perrault. Colaborando de nuevo con Catherine Deneuve como protagonista y con Michel Legrand como responsable de la música, se trata de una revisión del cuento pensada por Demy desde el enfoque que le hubiera dado cuando era niño.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Poética del no-lugar. 'Las acacias' de Pablo Giorgelli.


La recurrencia del séptimo arte al concepto etnológico del título es poco menos que abundante. Desde los solitarios pobladores del universo western, hasta los protagonistas de tantas road movies, lógica evolución del género anterior, el cine se ha prodigado en regalar al espectador historias que toman como punto de arranque la permanencia más o menos fugaz de sus personajes en rincones "de paso". Carreteras, autopistas, moteles, dársenas, soportales, aparcamientos públicos; todos ellos escenarios que, como un recipiente esterilizado o un conjunto vacío, tienen la capacidad de albergar historias con una fuerte carga emocional. Cineastas como Wenders hacen de estos emplazamientos una constante autoral, pero los podemos distinguir en el vagabundeo de muchas criaturas fordianas o hustonianas, en el periplo del fascinante, desagradable e indefenso protagonista del filme de Mike Leigh Naked (1992), en la huida de parejas como las de Gun crazy (Joseph H. Lewis, 1950), Bonnie & Clyde (Arthur Penn, 1967), Thelma & Louise (Ridley Scott, 1991), The getaway (Sam Peckinpah, 1972), o la formada por un padre y su hijo, que emprenden un incesante viaje por Carreteras secundarias (Emilio Martínez-Lázaro, 1997).

domingo, 2 de octubre de 2011

Jacques Demy (II): el éxito mundial ('Los paraguas de Cherburgo', 'Las señoritas de Rochefort') y la aventura americana ('Model shop').


Es 1964. Demy ha logrado el presupuesto y el equipo que deseaba. Mag Bodard le respalda en la producción, convencida de la validez de su proyecto. Arranca entonces la realización de Los paraguas de Cherburgo (Les parapluies de Cherbourg), una apuesta sin precedentes y con más riesgos que puntos de apoyo.Jacques Demy quería un filme íntegramente cantado en el que los recursos del color y la música fueran plenamente explotados. Y lo consiguió.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Zinemaldia 2011, o la buena cosecha.



Es muy de agradecer, para almas que arrastran consigo el incurable virus de la cinefagia, poder disfrutar de forma casi privilegiada de una muestra de lo más reseñable del cine reciente. Entre el bullir callejero, los pintxos y el siri miri, también halló su rincón en San Sebastián el gran escaparate español para el séptimo arte. Y en esta nueva edición, sus responsables han decidido ofrecer al consumidor interesado una excelente añada, en todas y cada una de las secciones.

Imposible hacer un análisis detallado de cada una de las perlas (no sólo las de Zabaltegi) que se han proyectado estos días sin aburrir o abrumar al respetable lector. Baste reseñar, a modo de breve repaso, algunos de los hitos que más han entusiasmado al que esto escribe, cuyo gusto ha solido coincidir con el del público en general. 

En primer lugar, se hace insoslayable alabar los ciclos que este año se han paseado por los cines donostiarras: el dedicado a Jacques Demy, uno de los cineastas más interesantes, accesibles y olvidados de la Nouvelle Vague; así como el que ha recogido lo mejor del thriller y el noir estadounidense de los últimos veinte años. No ha sido menos la sección oficial, que esta vez ha traído tanto prometedores nombres como muy apreciables películas: destaco el vibrante hard-boiled ibérico de Enrique Urbizu, No habrá paz para los malvados; la adaptación de Terence Davies de la pieza de Rattigan The deep blue sea, que da a Rachel Weisz un nuevo vehículo de lucimiento (exquisitamente aprovechado, por supuesto); lo nuevo de Hirokazu Kore-eda, una agridulce comedia a vueltas con las ilusiones y los milagros cotidianos. La nueva apuesta de Isaki Lacuesta, Los pasos dobles, ganadora de la Concha de Oro, no fue precisamente santo de mi devoción, aunque es de recibo reconocer la pericia y la capacidad de riesgo de su director, que firma un trabajo extraño, incluso algo críptico, pero que tampoco resulta plúmbeo. 

La sección Perlas de Zabaltegi ha regalado al púbico lo mejor de este festival: la luminosa chispa de ingenio que es The artist (Michel Hazanavicius, 2011); la iraní Nader y Simin, una separación (Asghar Farhadi, 2011), verdadera obra maestra que ya recibió el máximo galardón en el pasado certamen de Berlín; la punzante y desgarrada Shame (Steve McQueen, 2011), en la que brilla y magnetiza Michael Fassbender; y, por supuesto, la última, polémica y genial creación de Terrence Malick, Tree of life, verdadera orgía estética en la que el panteísmo, la infancia y el destino y lugar del ser humano en el universo se mezclan en un tótum revolutum que puede ser calificado de obra cumbre del arte cinematográfico por unos y de mastodóntica masturbación mental por otros (seguramente, los que más).

Por último, una pequeña reseña de la sección en la que más me he visto involucrado de todo el festival: el Premio de la Juventud. Como en la edición anterior, todos los miembros del jurado nos hemos visto expuestos a una cantidad ingente de cine, como mínimo, cargante, pero que atesoraba el punto positivo de ayudar a combatir el insomnio sin necesidad de fármacos. Sin embargo, entre tanta morralla también se pudieron contemplar óperas primas de gran belleza y excelentes resultados, que hacían gala de humildad de planteamientos y no caían en el agasajo fácil al espectador (como ocurre con la, tristemente, película ganadora de esta sección, Wild Bill). Entre la casi treintena de películas a las que asistí, me quedo con la minimalista y emocionante Las acacias (Pablo Giorgelli, 2011), que ganó la Cámara de Oro en el pasado festival de Cannes. 

Todas estas películas citadas tendrán su oportuna reseña en este blog (pues bien se la merecen), ya sea escrita por servidor o por colegas más capacitados. De momento, podemos congratularnos de que un festival como el de San Sebastián siga realizando su papel de gran escaparate fílmico, escogiendo anualmente las propuestas más jugosas, propagando la necesaria certeza de que ir al cine es (debe ser) un enorme placer. 

domingo, 11 de septiembre de 2011

Imágenes de la crisis: 'El Caballero Oscuro' (Christopher Nolan, 2008)


La imagen pasa del símbolo de Batman entre tenebrosas brumas a la amplia panorámica, en lento travelling frontal, de un impoluto rascacielos acristalado. Un inquietante zumbido compone la banda sonora, zumbido que asciende en volumen hasta que el objetivo se encuentra considerablemente cerca de la superficie de cristal del edificio, momento en el que, sin previo aviso, una de las ventanas estalla con fuerza desde dentro. Menos de un minuto de metraje y Christopher Nolan ya ha sentado las bases de la tesis que va a exponer en esta natural continuación de Batman Begins: cómo nuestro sistema, aparentemente el perfecto culmen de la evolución humana, en realidad está podrido por dentro y puede estallar de un momento a otro.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Jacques Demy, el mago de Nantes (I): Inicios, 'Lola' (1961) y 'La bahía de los ángeles' (1963).

La bahía de los ángeles, de Jacques Demy (Francia, 1963)

Oscuridad. Se abre el objetivo: colores, melodías alegres, personajes idealistas y destinos que pueden cambiar a mejor en cualquier momento. Fundido en iris. Como en todas las de Demy, la película empieza con un objetivo abriéndose y acaba cuando éste se cierra. Jacques Demy es un nombre que puede que a muchos no les diga nada. Injustamente tratado por el paso del tiempo, el Festival de San Sebastián ha decidido consagrar este año su retrospectiva clásica anual a este grandísimo cineasta, nacido en las trincheras de la nouvelle vague, un director soñador y ambicioso cuya obra merece ser recuperada para el gran público.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Waters, John (y IV). Blanco por fuera, negro por dentro (1990-2004).


Llegamos finalmente al último post acerca de John Waters, un post complicado. La verdad es que, de haber visto las películas que voy a abordar en él antes de empezar a escribir la serie Waters en este blog, seguramente me lo hubiera pensado dos veces, pero ya que está empezado el trabajo, hay que acabarlo.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Las cosas en su sitio. 'El castigo sin venganza' de Lope de Vega.


Existe una costumbre fatídicamente extendida entre críticos y comentaristas culturales de todo pelaje que me enerva sobremanera, y a la que ni siquiera Carlos Boyero, del que se puede decir a su favor que no suele incurrir en los tópicos, amaneramientos y pedantadas de bastantes de sus compañeros de profesión, fue capaz de sustraerse, como pude comprobar en un artículo que publicó en Babelia hace unas cuantas semanas. Esta manía se define por equiparar cualquier obra de carácter narrativo (sea libro, película, obra teatral) que haya alcanzado la fibra sensible del crítico en cuestión con la labor literaria del bardo de Stratford-upon-Avon u otros compatriotas. ¿Cuántas veces no han leído u oído que obras como El Padrino o Yo, Claudio son comparables o descendientes legítimas de la dramaturgia de William Shakespeare? Aparte de evidentes errores de atribución (si hubiese que buscar antecedentes para las dos sagas antes mencionadas, ¿no sería más lógico aludir, en ambos casos, a las Vidas de los Césares, de Suetonio, del que Shakespeare extrajo puñados de inspiración?), estos son claros indicios de una ceguera, a mi modo ver, preocupante. ¿Por qué una tragedia contemporánea es shakespeariana, y no calderoniana o lopesca?


martes, 30 de agosto de 2011

John Waters (III). Coqueteos con el mainstream y síntomas de debilidad: 'Polyester' (1981) y 'Hairspray' (1988).


Vamos con la tercera entrega de Waters, aquella en la que el director se encamina hacia senderos más acomodaticios próximos al mainstream. Después de la Trilogía Trash, el director volvió a encontrarse con Divine en Polyester (1981), “rodada en Odorama”. Explico esto: en las entradas de los cines se adjuntaba a la entrada una cartulina, en la que, rascando según el orden de la película, se podía oler lo que aparecía en pantalla. A día de hoy resulta imposible ver la película de esa manera, y sin embargo, los “paréntesis Odorama” ahí se han quedado. Sea como fuere, Polyester sigue la línea de madurez en la dirección que ya se venía intuyendo en Waters.

jueves, 25 de agosto de 2011

Imágenes de la crisis: Batman Begins (Christopher Nolan, 2005).



El realizador inglés Christopher Nolan se ha convertido en uno de los más aclamados y comentados de la actualidad gracias a una serie de películas tan densas en ideas como narrativamente intrincadas, con especial fijación por la mente humana y sus mecanismos más oscuros. En Memento (2000)y Origen (2010)se atrevió a zambullirse completamente en el subconsciente, resultando estas sus películas menos interesantes para servidor, pues son aquellas en las que, a pesar de su artificiosidad narrativa, todas las claves argumentales y/o morales del relato quedaban completamente despejadas de cara al espectador, como quien hace una pregunta muy complicada y luego se la responde a sí mismo, sin dar espacio a que su interlocutor reflexione. Es por ello que, paradójicamente, considero como las mejores cintas de su filmografía sus dos películas más inmersas dentro de los cánones industriales de Hollywood; me refiero, obviamente, al díptico sobre el Señor de la Noche, Batman, que el verano que viene se convertirá en trilogía con el estreno de la esperadísima tercera entrega, titulada The Dark Knight Rises (2012), con la que Nolan planea cerrar su ambiciosa saga.


miércoles, 27 de julio de 2011

John Waters (II). La "Trilogía Trash": 'Pink Flamingos' (1972), 'Female Trouble' (1974) y 'Desperate Living' (1977).





-¿Divine, crees en Dios? -pregunta un periodista, al final de Pink Flamingos.
-¡YO soy Dios! -se autoproclama la diva.

Pink Flamingos (1972) pasa por ser el título más emblemático de la filmografía de John Waters, el que le lanzó a la fama junto a su musa, Divine. Pink Flamingos constituye un hito dentro de la historia del cine, por más impensable que pudiera resultar para sus creadores antes de estrenarla. Por primera vez en color, Waters narra la competición de dos familias por ser las más cerdas de la Tierra. Por un lado, está la de Divine, cada vez más gorda, con su madre (Edith Massey) retrasada, atascada en un parque de juegos infantil y obsesionada con los huevos, y su hijo Crackers, que se tira a su novia con gallinas de por medio. Por otro lado, están los Marbles (David Lochary y Mink Stole), que secuestran chicas para dejarlas embarazadas y después vender sus hijos a madres lesbianas. Las dos familias se irán haciendo putadas respectivamente hasta la victoria definitiva de Divine.


martes, 26 de julio de 2011

De vuelta a la mitología. 'Érase una vez en América' de Sergio Leone


Empiezo con cuña publicitaria. Lo de los cines Verdi es, créanme, de órdago. A los responsables de su programación hay que agradecerles no sólo el hecho de evitar que la cartelera veraniega en esta metrópoli se convierta en un purgatorio, sino el ofrecer a los cinéfagos verdaderos manjares que da igual haber visto mil veces (es lo que tiene el gran cine). Empezaron con muy buen pie con los ya reseñados primeros Padrinos coppolianos. Continuaron con Chaplin, para desembocar en Leone y, más recientemente, Polanski. 

Hablando de órdagos, continúo con Leone. Encasillado en un género que marcó los primeros estertores de la épica made in USA, Sergio 'Spaghetti Western' Leone, se encontraba a mediados de la década de los 70 en un callejón sin salida. Su última película, Agáchate, maldito (Giù la testa, 1971), le había granjeado el desprecio de crítica, público, productores y distribuidores. La fórmula que este italiano había ayudado a crear y que tanto éxito le había reportado en títulos como La muerte tenía un precio (Per qualche dollaro in più, 1965) o El bueno, el feo y el malo (Il buono, il brutto e il cattivo, 1966), parecía haberse vuelto en su contra. Realmente, tuvo suficientes motivos para arrepentirse, pues prefirió realizar ese film a dirigir El Padrino, que en un principio le habían ofrecido, y el batacazo de su creación le hizo permanecer en dique seco durante una década.


martes, 19 de julio de 2011

Hablemos de John Waters (I). Inicios (1964-1970).




Una tabla sobre un patético riachuelo. Un hombre encapuchado, vestido de negro, coge un hacha y decapita varias gallinas seguidas. La cámara recoge con ansiedad sus últimos estertores, mientras se agitan sin cabeza. Sobre un fondo de cubos de basura, aparece impreso el rótulo “John Waters’ Mondo Trasho". Así empieza la primera película del genio de Baltimore.


Antes de que The Wire se erigiera como el retrato más representativo en el contexto audiovisual de Baltimore para nuestra generación, John Waters y sus 'dreamlanders' habían fraguado una serie de títulos legendarios y de culto, de los cuales más de uno permanece en la memoria colectiva (pongamos que hablo de Pink Flamingos o Hairspray). The Wire no ha inventado Baltimore, desde luego.



domingo, 17 de julio de 2011

Repasos (II) Pesadillas de África: 'White material'


El anterior filme comentado encaja perfectamente en la tipología de película que deja un buen sabor de boca al aparecer sus títulos de crédito. A su manera, podría ser una de esas feel good movies, de la que los espectadores salen con la sensación de no haber asistido a una obra maestra, pero sí de no haber perdido el tiempo, de "bueno, no es gran cosa pero tiene su punto, ¿verdad?", como dijo mi graciosa y sabia acompañante a la salida. "No puedo estar más de acuerdo", convine yo.

Por contra, la película en la que se centra este post no es precisamente euforizante. Es más, no creo que ni el espectador más festivo salga del cine con algo menos que un ligero malestar. No es, en suma, la película con que mi sensata acompañante habría disfrutado. Si, una vez lanzado este aviso, algún desprevenido quiere pasarse a contemplar lo último de la francesa Claire Denis, se encontrará con un ramalazo de cine puro y (sobre todo) duro.


Repasos (I) Vinterberg o el cine sin dogmas: 'Cuando un hombre vuelve a casa'


La condición de barómetro de la oferta cultural madrileña (y aledaños) que los operarios de este blog se han (auto)impuesto exige que el que esto escribe dedique al menos unas líneas a algunos de los eventos susceptibles de animar el panorama estival de esta ciudad azotada por la implacable canícula. Puestos a ello, merece la pena reseñar dos raras avis, procedente de Francia una, de Dinamarca la otra, y que, por el momento, permanecen en cartelera.

Ambas películas acceden al espectador español con retraso, dos años en el caso de la cinta francesa y cuatro (¡) en el de la danesa. Ambas pertenecen a autores con predicamento en los circuitos internacionales, aunque dentro de nuestras fronteras no han gozado de las mieles de éxito. Ambos cineastas, Claire Denis por la parte gala y Thomas Vinterberg por la escandinava, representan una forma de hacer cine que, por sus peculiares opciones estilísticas y su fuerte carga personal, resulta radicalmente opuesta a los postulados del cine convencional. Las similitudes acaban aquí (no pretendo hacer un sesudo análisis en el que, mediante conceptismos retóricos varios, demuestre que ambos filmes vienen a estar hermanados): la temática y el estilo de ambas creaciones son ostensiblemente diferentes, así que los reseñaré por separado.

El estilo de Thomas Vinterberg se caracteriza, paradójicamente, por la asunción de diversos riesgos y estrategias formales en cada uno de sus trabajos. Catapultado a la fama gracias a esa mezcla de ofensiva autoral y operación de marketing que fue Dogma 95, al que contribuyó con la inmensa y escalofriante Celebración (Festen, 1998), Vinterberg ha desarrollado una carrera sumamente interesante, quizás porque inmediatamente abandonó los planteamientos del movimiento al que ayudó a dar renombre. Sin embargo, el éxito de su experiencia Dogma le fagocitó, y ninguno de sus filmes ha logrado el aplauso unánime de crítica y público conseguido anteriormente. Y eso que sus propuestas, aunque nunca redondas, son muy estimulantes: una entrega de ciencia-ficción realista con It's all about love (2003) y una especie de parábola que guarda ciertas concomitancias con el Dogville de su colega y compatriota Von Trier, Querida Wendy (Dear Wendy, 2005). Su última película es Submarino (2010), un sobrecogedor drama con ribetes de cine negro, muy bien llevado, y que le ha reconciliado con gran parte de crítica y público. Pero antes, Vinterberg había vuelto a Dinamarca tras su peregrinaje norteamericano y se había volcado en una sencilla historia cómica, reverso (casi)optimista de Festen: Cuando un hombre vuelve a casa (2009), que es la película traída aquí a colación.

Este tanteo con un tratamiento algo más ligero de sus perennes obsesiones, a saber, la familia como campo de batalla, con especial atención a las relaciones paterno-filiales, el deseo y la dificultad de redención... tiene en ocasiones cierta gracia, e incluye ciertas escenas que hermanan muy bien el realismo desmañado con la sutil comicidad. Sin embargo, Vinterberg parece no decidirse por el tono de su película, que oscila entre el pequeño apunte humorístico, el drama bufo y la comedia negra-grotesca, sin alcanzar armonía. La propia puesta en escena parece indecisa entre la elaboración y cierta dejadez formales. A ello contribuye la fotografía del habitual de Vinterberg, Anthony Dod Mantle, que realiza un trabajo de iluminación impecable, a veces demasiado: si bien la captación de los paisajes de la costa báltica en verano destaca por su preciosismo y plasticidad, en ocasiones, y parafraseando un comentario de la persona que tuvo a bien acompañarme al cine, "parece que le haya dado por hacer un anuncio de cereales". Vinterberg se empeña en puntear este pictoricismo con eventuales zooms repentinos, desenfoques, tomas con extrañas angulaciones... Este trabajo de cámara, junto con la ambientación, a veces realistas "a lo Dogma", a veces muy elaborados, crean esa sensación de no saber qué estamos viendo exactamente, si una comedia ligera, dramática o un experimento hibridatorio algo chungo. Quedan, al menos, una historia de reconocimientos paterno-filiales y enredos sexuales varios, en lo que podría ser la línea de un Plauto actual (es decir, nada nuevo, pero tampoco desagradable), y algunos personajes jugosos (el espiritual jefe de cocina y el histérico gerente del hotel, ambos hilarantes). No es, en suma, un Vinterberg perfecto (Submarino vendría después), pero mucho cine que a día de hoy está en los escaparates tampoco lo es y tiene más éxito. Conviene darle una oportunidad.

(Continúa en el siguiente post).

domingo, 26 de junio de 2011

Buscando una salida. Delirio en torno a 'El desvío' (Edgar G. Ulmer, 1945).


He perdido el reloj. Es de noche. Tal vez llevo a un par de horas deambulando por la calle hasta llegar al drugstore. Los efectos del alcohol me sugieren calor humano. A lo largo de la avenida los chaperos, negros y putas se agazapan o exhiben para tener qué comer mañana, dando por perdido el beso de buenas noches. El presidente Johnson se ha hecho con el poder. La gente camina alienada añorando a Kennedy. Un latino se me acerca, le invito a un trago de whisky barato mientras presenta sus credenciales. Mary Ann se ha largado, harta de mis desmanes. Me siento lejos del suelo, con el culo alzado en el taburete.



viernes, 24 de junio de 2011

Cuando Milos Forman era checo. De 'Pedro el Negro' a '¡Fuego, bomberos!'


No hace falta ser un obseso consumado en esto de recopilar datos sobre cine como para haber oído hablar, siquiera de pasada, de películas como Alguien voló sobre el nido del cuco (One flew over the cuckoo's nest, 1975) o Amadeus (1984), inevitables en cualquier repaso sobre los hitos (en lo que a calidad se refiere) del bagaje fílmico estadounidense de las últimas décadas. Ambas joyas tienen detrás a Milos Forman, autor poco prolífico y últimamente irregular, pero con resplandores de genio como los antes citados, que justificarían por sí solos cualquier trayectoria.


viernes, 17 de junio de 2011

I like to live in America, 'El Padrino I y II'.






















La iniciativa de los cines Verdi de combatir a golpe de remasterizaciones de clásicos irrefutables el adocenado panorama de la cartelera estival sabe, al paladar de cualquier cinéfago que se precie, a gloria bendita.

Y no podían haber comenzado mejor su campaña que con las dos primeras entregas de la genial trilogía salida de la factoría Coppola. El espectador más purista no tiene esta vez motivos para quejarse: las películas se proyectan en versión primorosamente subtitulada, en copias de alta definición y, como guinda, con una media de 10 minutos de metraje adicionales en cada una (guiño del amigo Francis Ford). En resumen, supone revisitar un díptico de filmes míticos en condiciones aún mejores que las que disfrutaran en su estreno.


viernes, 10 de junio de 2011

'Showgirls' (Paul Verhoeven, 1995). Pezones erectos sin hielo.





“Siempre hay alguien más joven y hambriento bajando la escalera detrás de ti”, dice la pérfida Cristal Connors a Nomi Malone en esta gran película sobre la que me propongo hablar. No le falta razón.

Hacia mediados de los 90, Paul Verhoeven se había ganado una enorme reputación como director en Estados Unidos con títulos como Robocop (1987), Desafío Total (1990) o, sobre todo, Instinto básico (1992). Huyendo de las restricciones y polémicas en su Holanda natal, se había hecho un lugar en el Hollywood de la época encadenando taquillazos. El éxito de Instinto básico (cuyo guión se atrevió a rodar tras bastante tiempo de andar pululando por ahí), el haber encumbrado al más puro estrellato a la otrora segundona Sharon Stone, y el hecho de que repitiera con el guionista Joe Eszterhas, prometía. Y subiendo la apuesta por la carga erótica, parecía que su nuevo proyecto sería un éxito seguro.


miércoles, 8 de junio de 2011

Made in China. 'Sangre fácil' (1984), según Zhang Yimou.


Antes de comenzar, un apunte. El problema con el que ya de entrada se encuentra Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos (2009), es que Sangre fácil (Blood simple, 1984), primera entrega del universo coeniano, y de la que el filme que nos ocupa es remake, ya existe.

Este handicap, connatural por otra parte a cualquier película que decida retomar alguna anterior, se hace patente en lo "nuevo" de Zhang Yimou. Me explico: una vez visto el magnífico ejercicio de "neo-cine negro" con el que Ethan y Joel Coen tuvieron a bien debutar, poco nos puede ofrecer el repaso que sobre éste ejerce el director chino. Y es que Una mujer... sigue con puntillosa fidelidad el hilo argumental trazado por su predecesora. ¿Qué novedades tenemos, entonces? El evidente cambio de escenario (árido paisaje tejano por desérticas dunas del Gobi), de actores y de época (de mediados de los 80 al medievo oriental), un poco más de sangre y ciertos apuntes de comedia bufa. Ya está.

La propuesta de Yimou se revela claramente insuficiente en el sentido de que no funciona por sí sola: tantas referencias guarda a su antecesora que todo su andamiaje al final parece sostenerse sobre la comparación, más que en sus valores como obra autónoma. La mayoría de aciertos que pueda atesorar ya figuraban en el original, y los añadidos aportan poco, nada o, lo que es peor, momentos de vergüenza ajena. El supuesto ingenio del que hace gala Yimou en su adaptación, por lo menos a ojos del que esto escribe, tiende a cero. No sorprende el cambio de época de la historia (más parece una acrobacia postiza que otra cosa), ni los nuevos enfoques de los personajes y las situaciones, que pretenden dar un toque cómico a una premisa original que ya venía cargada de por sí de un fuerte humor negro (marca Coen). El humor de Una mujer... resulta, por tanto, no sólo innecesario, sino muchas veces ridículo. La película, que, como ya se ha dicho, sigue paso a paso la peripecia argumental original sin apenas variaciones, parece querer diferenciarse por el nuevo tono. Así, donde los Coen introducían una puesta en escena sobria, dentro de su fuerte esteticismo, Yimou opta por el desafuero y la pirueta técnica más vacua. Frente al sarcasmo y la sequedad coenianas, asistimos a las astracanadas de escasa gracia de Yimou.

Por supuesto, no todo es deleznable en este filme; no hay que olvidar que viene del que firmó las magistrales Ju Dou, La linterna roja o Ni uno menos. No se le puede negar al producto una vistosidad y una realización primorosas (atributos que Yimou no ha desmerecido en toda su filmografía), además de la eficacia con que está narrada la trama. Pero, sabiendo que estamos ante el responsable de las joyas antes citadas, cabe pedir mucho más que esteticismo y solvencia. Es de esperar que un creador de la índole de Yimou no caiga en un impasse como el que parece evidenciar su nueva entrega, y que sepa encontrar nuevamente historias a las que imprimirle su preciado sello, sin tener que recurrir al trabajo de otros (aunque sea de tanta calidad como el original que nos ocupa). Es más, espero (si el destino y la distribución de filmes extranjeros no me lo impiden) poder escribir en un futuro una reseña elogiosa sobre la siguiente propuesta de un cineasta al que tanto admiro.

Concluyendo: una mera curiosidad. Queda claro que un gran director y un excelente original no bastan para que un remake garantice un buen rato en la butaca. Si quieren disfrutar de una buena historia de celos, mal fario, estupidez y sobre todo (y simplemente) sangre, Blood simple de los hermanos Coen está comercializada en DVD a un precio relativamente asequible, y colgada en fuentes cibernéticas con importes aún más apetecibles (si es que los tiene).


miércoles, 25 de mayo de 2011

Sweet James (Hendrix). 'Bold As Love'.





Valiente como el amor.

Sé que suena así como cursi, pero es una afirmación sabia si se piensa en ella de manera pura. En inglés pueden decir “I like you” y luego “I love you”, en español sólo tenemos “Te quiero”, “Me gustas” se queda muy corto y “Te amo” suena a telenovela. La palabra “amor” ha perdido su significado original gracias a las películas de Sandra Bullock y a las canciones de Kiss Fm. Como la palabra “romático”, que viene de Romanticismo como época del siglo XIX en la que se huye de la razón para volver a la locura, a la magia, al paganismo, a los instintos, a la ira, al odio, a la desesperación, al suicidio, a lo crudo, al amor, ¿no? Romanticismo, valentía, amor. Valiente como el amor. Así es Jimi Hendrix, según él mismo y su tema “Bold as love”, del álbum casi homónimo de 1967.



martes, 17 de mayo de 2011

James Bond (y IV). Pierce Brosnan y Daniel Craig: nuevos tiempos, nuevas caras.


Tras Licencia para matar, James Bond se pasó seis años en el paro. Existen diversas explicaciones del por qué de este parón, pero destaca sobre todas el hecho de que muchos daban por agotada la franquicia. El propio Timothy Dalton rechazó protagonizar una tercera colaboración en la saga, cuyo estreno se pensó para 1993, cansado del personaje. Sin embargo, ahí estaba Pierce Brosnan, y además disponible (en 1987, los productores trataron de contratarle pero, dado que estaba en su mejor momento televisivo con la serie Remington Steele, resultó imposible). Atractivo, buen actor, elegante, distinguido,… Pierce Brosnan había nacido para ser 007. Con su sola presencia logró redefinir al personaje, por más que éste mantuviera sus rasgos tradicionales. La interpretación de Brosnan, al contrario que las de Moore, Lazenby y Dalton, podía mirar a los ojos a la de Connery, por más que sea imposible superarla.



martes, 10 de mayo de 2011

Entrevista con Mirito Torreiro.


Hoy ofrecemos, por primera vez, una entrevista en el blog. El entrevistado es Mirito Torreiro, conocido crítico e investigador de cine, así como docente. En su amplio currículum, que abarca más de treinta años de labor profesional, se pueden destacar sus colaboraciones con 'Dirigido por…' (1979-1988), 'El país' (1989-2006) o 'Fotogramas' (desde 2000 hasta la actualidad). Ha publicado numerosos libros sobre cine, entre los que cabe señalar Guionistas en el cine español. Quimeras, picarescas y pluriempleo (coescrito con Esteve Riambau, premio “Ricardo Muñoz Suay” de la Academia de las Artes Cinematográficas a la mejor obra de investigación, 1999). Como profesor, ha ejercido en la Universidad Autónoma de Barcelona y, actualmente, trabaja en la Universidad Carlos III de Madrid. También forma parte del equipo de dirección del Festival de Málaga y es director de programación del de Granada, ‘Cines del sur’.