domingo, 26 de junio de 2011

Buscando una salida. Delirio en torno a 'El desvío' (Edgar G. Ulmer, 1945).


He perdido el reloj. Es de noche. Tal vez llevo a un par de horas deambulando por la calle hasta llegar al drugstore. Los efectos del alcohol me sugieren calor humano. A lo largo de la avenida los chaperos, negros y putas se agazapan o exhiben para tener qué comer mañana, dando por perdido el beso de buenas noches. El presidente Johnson se ha hecho con el poder. La gente camina alienada añorando a Kennedy. Un latino se me acerca, le invito a un trago de whisky barato mientras presenta sus credenciales. Mary Ann se ha largado, harta de mis desmanes. Me siento lejos del suelo, con el culo alzado en el taburete.



viernes, 24 de junio de 2011

Cuando Milos Forman era checo. De 'Pedro el Negro' a '¡Fuego, bomberos!'


No hace falta ser un obseso consumado en esto de recopilar datos sobre cine como para haber oído hablar, siquiera de pasada, de películas como Alguien voló sobre el nido del cuco (One flew over the cuckoo's nest, 1975) o Amadeus (1984), inevitables en cualquier repaso sobre los hitos (en lo que a calidad se refiere) del bagaje fílmico estadounidense de las últimas décadas. Ambas joyas tienen detrás a Milos Forman, autor poco prolífico y últimamente irregular, pero con resplandores de genio como los antes citados, que justificarían por sí solos cualquier trayectoria.


viernes, 17 de junio de 2011

I like to live in America, 'El Padrino I y II'.






















La iniciativa de los cines Verdi de combatir a golpe de remasterizaciones de clásicos irrefutables el adocenado panorama de la cartelera estival sabe, al paladar de cualquier cinéfago que se precie, a gloria bendita.

Y no podían haber comenzado mejor su campaña que con las dos primeras entregas de la genial trilogía salida de la factoría Coppola. El espectador más purista no tiene esta vez motivos para quejarse: las películas se proyectan en versión primorosamente subtitulada, en copias de alta definición y, como guinda, con una media de 10 minutos de metraje adicionales en cada una (guiño del amigo Francis Ford). En resumen, supone revisitar un díptico de filmes míticos en condiciones aún mejores que las que disfrutaran en su estreno.


viernes, 10 de junio de 2011

'Showgirls' (Paul Verhoeven, 1995). Pezones erectos sin hielo.





“Siempre hay alguien más joven y hambriento bajando la escalera detrás de ti”, dice la pérfida Cristal Connors a Nomi Malone en esta gran película sobre la que me propongo hablar. No le falta razón.

Hacia mediados de los 90, Paul Verhoeven se había ganado una enorme reputación como director en Estados Unidos con títulos como Robocop (1987), Desafío Total (1990) o, sobre todo, Instinto básico (1992). Huyendo de las restricciones y polémicas en su Holanda natal, se había hecho un lugar en el Hollywood de la época encadenando taquillazos. El éxito de Instinto básico (cuyo guión se atrevió a rodar tras bastante tiempo de andar pululando por ahí), el haber encumbrado al más puro estrellato a la otrora segundona Sharon Stone, y el hecho de que repitiera con el guionista Joe Eszterhas, prometía. Y subiendo la apuesta por la carga erótica, parecía que su nuevo proyecto sería un éxito seguro.


miércoles, 8 de junio de 2011

Made in China. 'Sangre fácil' (1984), según Zhang Yimou.


Antes de comenzar, un apunte. El problema con el que ya de entrada se encuentra Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos (2009), es que Sangre fácil (Blood simple, 1984), primera entrega del universo coeniano, y de la que el filme que nos ocupa es remake, ya existe.

Este handicap, connatural por otra parte a cualquier película que decida retomar alguna anterior, se hace patente en lo "nuevo" de Zhang Yimou. Me explico: una vez visto el magnífico ejercicio de "neo-cine negro" con el que Ethan y Joel Coen tuvieron a bien debutar, poco nos puede ofrecer el repaso que sobre éste ejerce el director chino. Y es que Una mujer... sigue con puntillosa fidelidad el hilo argumental trazado por su predecesora. ¿Qué novedades tenemos, entonces? El evidente cambio de escenario (árido paisaje tejano por desérticas dunas del Gobi), de actores y de época (de mediados de los 80 al medievo oriental), un poco más de sangre y ciertos apuntes de comedia bufa. Ya está.

La propuesta de Yimou se revela claramente insuficiente en el sentido de que no funciona por sí sola: tantas referencias guarda a su antecesora que todo su andamiaje al final parece sostenerse sobre la comparación, más que en sus valores como obra autónoma. La mayoría de aciertos que pueda atesorar ya figuraban en el original, y los añadidos aportan poco, nada o, lo que es peor, momentos de vergüenza ajena. El supuesto ingenio del que hace gala Yimou en su adaptación, por lo menos a ojos del que esto escribe, tiende a cero. No sorprende el cambio de época de la historia (más parece una acrobacia postiza que otra cosa), ni los nuevos enfoques de los personajes y las situaciones, que pretenden dar un toque cómico a una premisa original que ya venía cargada de por sí de un fuerte humor negro (marca Coen). El humor de Una mujer... resulta, por tanto, no sólo innecesario, sino muchas veces ridículo. La película, que, como ya se ha dicho, sigue paso a paso la peripecia argumental original sin apenas variaciones, parece querer diferenciarse por el nuevo tono. Así, donde los Coen introducían una puesta en escena sobria, dentro de su fuerte esteticismo, Yimou opta por el desafuero y la pirueta técnica más vacua. Frente al sarcasmo y la sequedad coenianas, asistimos a las astracanadas de escasa gracia de Yimou.

Por supuesto, no todo es deleznable en este filme; no hay que olvidar que viene del que firmó las magistrales Ju Dou, La linterna roja o Ni uno menos. No se le puede negar al producto una vistosidad y una realización primorosas (atributos que Yimou no ha desmerecido en toda su filmografía), además de la eficacia con que está narrada la trama. Pero, sabiendo que estamos ante el responsable de las joyas antes citadas, cabe pedir mucho más que esteticismo y solvencia. Es de esperar que un creador de la índole de Yimou no caiga en un impasse como el que parece evidenciar su nueva entrega, y que sepa encontrar nuevamente historias a las que imprimirle su preciado sello, sin tener que recurrir al trabajo de otros (aunque sea de tanta calidad como el original que nos ocupa). Es más, espero (si el destino y la distribución de filmes extranjeros no me lo impiden) poder escribir en un futuro una reseña elogiosa sobre la siguiente propuesta de un cineasta al que tanto admiro.

Concluyendo: una mera curiosidad. Queda claro que un gran director y un excelente original no bastan para que un remake garantice un buen rato en la butaca. Si quieren disfrutar de una buena historia de celos, mal fario, estupidez y sobre todo (y simplemente) sangre, Blood simple de los hermanos Coen está comercializada en DVD a un precio relativamente asequible, y colgada en fuentes cibernéticas con importes aún más apetecibles (si es que los tiene).