Cinefagia, literatura, música, dandismo, publicaciones y otras malas costumbres.
viernes, 29 de octubre de 2010
"Blog", o las cosas de la edad.
viernes, 22 de octubre de 2010
Fassbinder. "Desesperación". El melodrama en el cine y en la vida real.
Desesperación cuenta la historia de Hermann Hermann, interpretado por Dirk Bogarde con su elegancia habitual, un hombre que, en la Alemania de finales de los años 20 y principios de los 30, decide fraguar un plan para huir de una vida burguesa que no le satisface. Él se siente tan solo un personaje de la vida en numerosas ocasiones, ocasiones en las que, como si se desdoblara, es testigo externo de sus actos. En el momento en que encuentra un hombre –un cuasi-mendigo interpretado por Klaus Löwitsch, el fututo marido de Hanna Schygulla en El matrimonio de Maria Braun- que cree que se le parece a él (aunque en realidad no tanto), comienza a transformarle para fingir su asesinato. La película juega con las ideas de la identidad, de la memoria y del peso que tienen nuestros actos en la vida, así como con la imaginación del personaje y con el espectador.
El guión de la película viene firmado en inglés por el autor teatral Tom Stoppard, que adapta una novela de Vladimir Nabokov y con cuya petición a Fassbinder de que dirigiera un guión suyo nace este proyecto. Es por ello que Rainer Werner limita aquí sus funciones a las de director y montador (cargo desempeñado habitualmente bajo el seudónimo de Franz Walsch, un nombre recurrente para algunos personajes de sus primeras películas). Le acompaña en esta tarea Juliane Lorenz, la que tiempo después se convertiría en su segunda y última mujer, pero de la vida privada de Rainer hablaré más tarde. El reparto lo lidera, como he dicho, Dirk Bogarde, con gran dignidad y empaque, y entre los secundarios destaca Volker Spengler, haciendo de su desagradable cuñado (Spengler destacaría y por fin tendría un papel protagonista un año después en Un año con trece lunas, interpretando a un transexual). En el reparto se encuentra Armin Meier, el novio de Fassbinder en aquella época, sobre el que también hablaré más tarde.
La película se inscribe en el tercer periodo de la filmografía del director alemán, un periodo que abarca desde La ruleta china (1976) hasta Querelle (1982, su última película). En este periodo Fassbinder trató de conseguir el reconocimiento internacional, y para ello empezó a recurrir a estrellas de otros países y a un estilo de dirección mucho más pulido y maduro, trabajando elementos como la fotografía particularmente. Para las dos primeras películas de este periodo contó con Anna Karina en La ruleta china y con Dirk Bogarde en ésta. Además de un mayor énfasis en la estética, en esta tercera etapa encontramos proyectos de gran envergadura tales como adaptaciones literarias (p. ej, Desesperación, la serie Berlin Alexanderplatz, Querelle) y trabajos en los que estudia, con la mujer como protagonista, el desarrollo de la historia alemana de la primera mitad del siglo XX, desde la crisis económica de los años 20 hasta el resurgimiento –también económico- tras la Segunda Guerra Mundial (es notable su trilogía El matrimonio de Maria Braun, Lola y La ansiedad de Veronika Voss, así como Lili Marleen, la película alemana más cara hasta 1980).
Cada año en la filmografía de Fassbinder juega un papel muy importante: salgan mejores o peores películas, su ritmo es imparable y él se mantiene en constante evolución como director. Cada año estrena, como mínimo, una película para cine y otra para televisión, o dos para cine. Es un creador constante. Como él mismo reconocía, en el cine daba salida a sus frustraciones vitales, haciendo cine encontraba sentido a su vida. Tan solo el año antes había hecho para televisión Solo quiero que me ames, así como había cerrado su segunda etapa, la de los “melodramas distanciados”, con un juego artaudiano, El asado de Satán, y había inaugurado la tercera, con el ejercicio de estilo para cine La ruleta china, con una depurada planificación y manejo de la cámara. En 1977 firmó Desesperación y la miniserie La mujer del ferroviario y para el año siguiente tendría listos un capítulo para la película por episodios Alemania en otoño, y los filmes Un año con trece lunas y El matrimonio de Maria Braun. En esta época empezó a consumir cocaína, lo cual sumado a sus excesos y a ese ritmo de vida que llevaba acabaría matándole antes de cumplir los 40 años en 1982.
Durante el rodaje de Desesperación empezaba a anunciarse lo que sería uno de los golpes emocionales más duros que recibiría Rainer en el terreno personal y que propiciaría que su forma de rodar y de vivir se acelerase aún más en los 5 años que le quedaban de vida, en los cuales llegó a estrenar 7 películas y una serie de televisión de “13 capítulos y un epílogo”. Durante este rodaje, como digo, se hallaba en crisis con la que sería su pareja más estable, Armin Meier. Armin era un carnicero casi analfabeto que había conocido a Rainer años antes siendo camarero en un bar de ambiente. Era un hombre atractivo, rubio, de ojos azules: su físico se debía a una tendencia seguida durante el régimen nazi de juntar a parejas de raza aria para que su descendencia continuase pura. Rainer no tardó en incluirle como actor de reparto en sus películas, así como le dedicó la que para mí es su obra maestra en cine, La ley del más fuerte (1975). Es por ello que se le ve en productos de esta época como El viaje a la felicidad de Mamá Küsters, formando parte de la familia de Brigitte Mira, o El asado de Satán, en la que hace de un chapero que busca clientes en baños públicos. En esta última Fassbinder incluye desnudos integrales de Armin, al igual que Visconti los incluía de Helmut Berger, Pasolini de Ninetto Davoli o nuestro castizo Eloy de la Iglesia de José Luis Manzano. Parece una constante en ciertos directores homosexuales presumir en su cine de lo que se llevan a la cama, aunque les vayan las cosas mal o regular como pareja. En la época de Desesperación así era. Armin se reveló como una persona muy dependiente de Rainer y débil, y los episodios de crisis y de celos le llevaron, por ejemplo, a esconder el guión de algún día de rodaje para llamar la atención del realizador, retrasando así la producción.
Fassbinder era una persona muy inestable emocionalmente y según apuntan sus biógrafos, cada una de sus relaciones eran más duelos personales que historias de amor. No era la primera vez que andaba liado con uno de sus “actores” pero sí en la que se respiraban situaciones de tal tensión. Antes de con Armin, Fassbinder estuvo con Günther Kaufmann, un actor negro de sus primeras películas atado a una familia así como con el inmigrante bereber también con familia El Bedi ben Salem, protagonista de Todos nos llamamos Alí, que acabaría suicidándose en una cárcel años después.
Tras Maria Braun y el episodio de Alemania en otoño, en el que parece que se aborda la inestabilidad política de Alemania a través de su relación (y en el cual queda patente el papel dominante de Rainer), llegó una crisis definitiva estando en Estados Unidos. Parece que Fassbinder tuvo un lío con un afroamericano y Armin regresó a Alemania.El director le escribió una compleja carta de despedida, dejando de nuevo claro quién de los dos tenía cultura y se largó a Cannes a celebrar su cumpleaños. Armin en Alemania se dio a la bebida y a las drogas y días más tarde le dejó en su apartamento su regalo de cumpleaños: su suicidio.
Cuando Fassbinder se enteró de la noticia, desapareció y no acudió al entierro. En cambio, preparó el guión de la que sería su siguiente película, en la que, según declaraba, quiso manifestar el profundo dolor que había sentido por la pérdida de su amante. El director se encargó de muchas de las labores de producción de la película (guión, dirección, montaje, fotografía). Un año con trece lunas fue duramente criticada por muchos por lo que consideraban el cinismo de Rainer al aprovecharse de un suicidio casi anunciado y en parte provocado por él mismo para estrenar un nuevo filme. Un año con trece lunas cuenta la historia de un transexual, Elvira, antes Erwin, que se cambió de sexo en el pasado por el amor de un hombre que más tarde le abandonó. En la película intervienen Ingrid Caven, la primera mujer de Fassbinder; Liselotte Eder, su madre; regresa como actor a su filmografía Günther Kaufmann, en otro tiempo su amante,…
De nuevo confluyen en el cine de Rainer la realidad y la ficción, de la misma manera que en la mente de Hermann Hermann, el protagonista de Desesperación, se juntan lo real y lo imaginado. Con este post quería reflexionar, además de por qué quedan en el olvido ciertos títulos, sobre hasta qué punto la vida determina la obra de un creador, por mucho que se distancie y ruede guiones ajenos que adaptan a Nabokov. Pido perdón si pequé de amarillista líneas arriba manchando así el honor de este blog y espero que si has llegado a esta línea, oh lector, lo hayas hecho interesado y contento.
miércoles, 20 de octubre de 2010
Memorias de Europa. Stefan Zweig.
Así concluye el prólogo de El mundo de ayer, autobiografía del austríaco Stefan Zweig, escrita en los albores de la segunda guerra mundial, únicamente con el material retenido por la memoria, entre las cuatro paredes del hotel brasileño al que se exilió, desposeído y humillado como todo judío de su identidad, de su propia lengua.
En sus apuntes, sin caer en pormenores de su vida privada, echa la vista atrás para recordar los años perdidos: Su privilegiada formación intelectual en el gran momento de esplendor cultural de Viena a finales del siglo XIX y principios del XX (aun con una falsa moral colectiva que envolvía la realidad en el ambiente) marcada por la apatía estudiantil y la obsesión enfermiza propia y de sus coetáneos por adquirir conocimiento, el inicio de una determinada vocación por exteriorizar su espíritu a través de la literatura, sus primeras relaciones personales con los hombres del momento de cada campo, inalcanzables en aquella época y comunes con el paso del tiempo (Rolland, Strauss, Freud, Gorki), o la admiración profesada a genios poéticos como Hofmannsthal o Rilke, auténticos adelantados. Años de despreocupación política y social, de individualismo, en los que embelesados por el fanatismo artístico, los días no tenían noche para aquellos jóvenes austríacos.
Sin embargo, el motivo central que impulsó al autor a repasar su vida fue la derrota colectiva de un continente en el que creyó hermanado, unido y sin fronteras limítrofes ni espirituales. El mundo de ayer no es sólo un testamento autobiográfico, sino una magnífica radiografía de la Europa de primera mitad del siglo XX, décadas de cambios y convulsiones sin parangón en la historia, que derivarían en un giro de mentalidad en el ser humano. El carácter aleccionador de la obra se encuentra en la lucidez de los recuerdos con que Zweig muestra su amor por la libertad personal y el odio ante la guerra y sus consecuencias. Del mundo de (relativa) seguridad al mundo del terror transcurre medio siglo que pone de manifiesto los errores que no supieron guiar a aquella generación que cargó con el peso del destino y se condenó a muerte por la locura nacionalista.
La edición española de Acantilado cuenta con la traducción realizada por Joan Fontcuberta y Agata Orzeszek que conserva la fuerza y el equilibrio del original, el poder adictivo de uno de los grandes prosistas europeos del siglo XX (tanto en su juicio ensayístico como en su narrativa breve), con una palabra ágil y elegante, selectiva y erudita, observadora en cada una de sus páginas. Una obra de negación terriblemente pesimista de un hombre abiertemente optimista, el último legado de Stefan Zweig poco antes de, destruida su fe en el hombre y en su patria Europa, suicidarse junto a su segunda esposa en un mundo en el que ya no quería vivir.
jueves, 14 de octubre de 2010
Zinemaldia 2010: El gran Don (Siegel).
Bravo, Maestro.
domingo, 3 de octubre de 2010
Zinemaldia 2010.
REMEMORANDO SAN SEBASTIÁN 2010
Sin embargo aquí no nos interesa el estado de los miembros de este blog, o al menos no primordialmente, sino el cine visto en el festival. Es por eso que he realizado una pequeña lista que recoge los filmes que yo considero más interesantes y sugestivos vistos durante esos diez días de locura. Es posible que mis compañeros de andanzas no estén de acuerdo con algunas de mis elecciones, que consideren que me dejo fuera alguna cinta clave o que incluyo alguna que ellos no destacarían; sin embargo el gusto es algo tan personal como intransferible, así que insto a quien no esté de acuerdo conmigo a que contrarreste mi lista con una equivalente.
Así pues, y como diría el Joker, allá vamos:
LAS 5 MÁS DESTACABLES
PODSLON/ SHELTER (Dragomir Sholev)
Pero si algo llama la atención Podslon (Shelter) es sin duda por su planificación y puesta en escena, una de las más impresionantes que yo haya visto en los últimos años: y con esto no sólo me refiero a las larguísimas tomas rodadas con steady-cam dentro del piso de la familia protagonista, sino al hecho de que el realizador mantiene una férrea coherencia formal y, por ejemplo, en la escena de la cena renuncia a los planos secuencia y opta por un rápido montaje de primeros planos que ilustra a la perfección el enfrentamiento dialéctico que tiene lugar en ese momento. De este modo Podslon resulta una delicia a nivel formal, pero además cuenta con el añadido de un fondo complejo que la sitúa en las antípodas de un bodrio como Izarren Argia, de Mikel Rueda, otra cinta presentada en la Sección de Nuevos Directores y caracterizada por su total desfachatez y maniqueísmo a la hora de abordar un gran conflicto ideológico como fue la Guerra Civil española. Es la contraposición de películas aparentemente tan distintas la que permite apreciar con claridad porque unas son buenas y las otras no, y esta es una de las ventajas que solo un festival de cine ofrece a quien quiera (y sepa) aprovecharla.
LA TÊTE AILLEURS (Frédéric Pelle)
Desde Francia nos llegó una pequeña gran película que hacía del sentido del humor y de la ternura sus mayores bazas, una cinta que se ganó inmediatamente el cariño del público del Jurado Joven gracias a la identificación que logra crear con su entrañable protagonista, un hombre de mediana edad, crupier en un casino, que sostiene su vida sobre la ilusión de viajar por todo el mundo, pero que sin embargo es incapaz de dar el salto, pues antes “Todo debe estar preparado a la perfección” y, claro, las cosas nunca acaban de estar listas al 100%. ¿Retrato de una frustración?, ¿metáfora sobre ciertos comportamientos del individuo occidental?, ¿fábula sobre la importancia del camino a recorrer por encima de la meta a alcanzar? Queda a elección de los afortunados que lleguen a ver la película; por nuestra parte los que ya lo hemos hecho recordaremos durante mucho tiempo a su memorable personaje principal y su cómica (aunque en el fondo a mí me resulta verdaderamente trágica) incapacidad de cumplir su sueño.
OCTUBRE (Daniel Vega, Diego Vega)
Horizontes latinos ha sido sin duda la sección más áspera a la que no hemos enfrentado; y es que, aunque resulte duro decirlo, los latinoamericanos no nos han demostrado demasiado talento a la hora de hacer cine, ni en la parte estética ni en la argumental. Películas claramente amateurs que misteriosamente han logrado llegar hasta el festival junto a bodrios que encubren su falta de sustancia con la coartada del naturalismo y la improvisación (cuánto daño han hecho estos conceptos al cine…) acabaron provocándonos temblores y espasmos ante cualquier película perteneciente a esta sección; sin embargo no perdimos del todo la esperanza gracias a esta estupenda película peruana, clara demostración de que se puede hacer un cine minimalista sin caer en la reiteración y la vacuidad más irritante. Los hermanos Vega ejecutan una puesta en escena cuidada al milímetro para describir la rutina de un gris prestamista en una sociedad todavía más gris y deshumanizada. La verdad es que después de ver Octubre a uno se le quita cualquier gana de visitar Perú, o Suramérica en general, pues es descrita como una tierra sin alegría ni esperanza, un mundo donde los lazos de sangre han perdido cualquier valor simbólico y las relaciones se basan en el interés puro y duro. Afortunadamente los realizadores huyen del didactismo más ramplón para expresar estas ideas y optan por construir su discurso sobre silencios y palabras no dichas, que quizás vengan a ser lo mismo (o no), insuflando su obra con un humor negrísimo que en ciertos momentos llega a lidiar con lo escatológico, pero sin caer nunca en el mal gusto. Un caustico retrato social e individual que desde luego merecería estrenarse en nuestro país; y es que, tal y como dijo un espectador a los realizadores en el coloquio de después de la proyección: “Es una soberbia película”.
SMUKKE MENNESKER/ NOTHING’S ALL BAD (Mikkel Munch-Fals)
Desde Dinamarca nos llegó una de las películas que, para bien o para mal, más impacto causaron en la sala: Nothing’s all bad, comedia negrísima que retrata la parte más podrida de una sociedad de altísimo nivel de vida que, sin embargo, guarda mucha porquería debajo de la alfombra. Cuatro personajes, un hombre y una mujer maduros y sus respectivos hijos, cada uno enfermo de soledad por causas distintas, encuentran una manera de aliviarse en prácticas sexuales desviadas de lo que nuestra sociedad occidental considera lo correcto. Prostitución masculina, exhibicionismo o pornografía con discapacitados son algunos de los temas tabú que el realizador novel Munch-Fals se atreve a tocar en una cinta con ecos de la gran Happiness de Todd Solondz, aunque su retrato de la sordidez carece de la ironía y el mordaz sentido del humor que hacía grande aquella y resulta mucho más serio y, en consecuencia, plano. Sólo en sus últimos compases la cinta compone un brillante momento cómico que podría pertenecer a una brutal sit-com estadounidense, y que provocó las carcajadas de toda la sala; lamentablemente el resto resulta demasiado llano y directo y demuestra que a Munch-Fals, aún demostrando su solvencia técnica, le falta sensibilidad y distanciamiento respecto a lo que cuenta. Y es que si decides mostrar a personajes en situaciones límite ya puedes o bien analizarlos psicológicamente o bien retratarlos con un distanciamiento irónico, pues si no corres el peligro de caer en el efectismo más gratuito. Sin embargo no hay que perder la esperanza en este realizador, pues está aprendiendo y creo que en el futuro podrá entregarnos alguna gran película.
BURIED (Rodrigo Cortés)
Fuera de nuestras películas obligatorias pudimos disfrutar de esta joya en la sección de Zabaltegui-Perlas, una de las pocas cintas de género que vimos que, paradójicamente, nos gustó a todos sin excepción. Estrenada ayer en España, probablemente se convierta en un fenómeno popular como hace tres años fue REC, pues tiene todos los ingredientes para ello: un concepto tan atractivo como terrorífico, una puesta en escena que saca todo el provecho posible al mínimo espacio en que se desarrolla la acción (quizás el espacio más reducido de toda la Historia del Cine) y una tensión magníficamente creada y mantenida a lo largo del metraje. Además Rodrigo Cortés se atreve a criticar directamente una situación tan abyecta como fue la invasión de Irak por parte de Estados Unidos, ampliando su ataque a la sociedad capitalista en general, que utiliza al individuo como un engranaje más de su maquinaria que se puede desechar en cuanto deje de ser útil. Un prodigioso manejo del espacio y del tiempo cinematográfico para una de las cintas revelación de la temporada, a la que lo único que se le podría reprochar es su utilización efectista de la música y el montaje en ciertos momentos, un fallo menor achacable a que el modelo de Cortés parece el efectista cine norteamericano antes que el más sobrio europeo. Y es que si Buried la hubiera dirigido un francés seguramente sería un plano fijo de hora y media de Ryan Reynolds dentro del ataúd… y, pensándolo bien, parece preferible la opción más dinámica que toma el realizador español.
MENCIÓN ESPECIAL:
AKMA-REUL BO-AT-DA / I SAW THE DEVIL (Kim Jee-Woon)