sábado, 15 de octubre de 2011

Certezas. 'Nader y Simin, una separación', de Asghar Farhadi


Tras asistir a la proyección en la pasada edición del Zinemaldia de este filme, servidor se formó una idea inamovible: si Nader y Simin, una separación (Asghar Farhadi, 2011) no es una obra maestra, se le parece mucho.

Resulta conveniente dar un toque de atención al espectador no avisado, para incitarle a que deje atrás sus prejuicios para con el cine iraní (no infundados, para ser justos, pero que en esta ocasión no tienen lugar) a la hora de encararse ante esta película: estamos ante una historia no por sencilla menos brillante, no por la concreción de sus coordenadas menos universal. Farhadi (del que no he tenido la oportunidad de ver su muy alabada A propósito de Elly) nos sitúa ante una de las más complejas tragedias que ha tenido a bien alumbrar el cine reciente, sin abandonar el tono realista en la narración y, lo más importante, sin que la complicación cada vez mayor de las situaciones nuble o manipule por un momento el juicio del espectador que, como muy bien se ha señalado, es, desde la contundente primera escena, juez de unos personajes que se presentan con todas sus bondades, inmundicias, razones y sinrazones. Con toda su humanidad, vamos. Y precisamente el drama que viven el matrimonio del título, su hija y otras personas de su alrededor, adquiere toda su fuerza amparándose en la certidumbre renoiriana de que lo más terrible de este mundo es que todos tienen sus razones.

Fresco social crítico, drama judicial, crónica de los estertores familiares, compendio de errores y malentendidos encadenados. En las imágenes de Nader y Simin... más allá de todas estas etiquetas, brota la emoción de una historia contada con inteligencia y respeto por la problemática y las visiones que sobre ella refleja; la verdad que emana de sus personajes (mérito de intérpretes en estado de gracia, y por tanto, también de la dirección actoral), y por último, la certeza de que es posible un cine que, trascendiendo  corrientes, modas o tendencias, más allá de ideologías o nacionalidades, puede abordar asuntos susceptibles de tocar por igual a todo hijo de vecino. Cine vinculante, cine capital. No se la pierdan.

Baby Huey - Hard times

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