Acaba el año y toca valorar qué nos ha dejado 2011, bueno o malo. He seleccionado las siguientes 5 películas atendiendo al criterio de calidad y, sobre todo, a cómo me han emocionado o me han estimulado el coco. Probablemente, la mejor película de 2011 aún no la haya visto. Sin orden de preferencia, aunque pueda parecerlo.
1-.The Artist, de Michel Hazanavicius.
Sin duda, la que más me ha llegado al corazón. Una hermosa obra de gran atractivo, innegable belleza y encanto. Recupera una forma de hacer cine, una época, una serie de elementos que representan los valores más profundos del séptimo arte entendido como tal. No es una película con una gran carga de profundidad, pero no se propone serlo. Creo más bien que el director tiene un teorema, y lo consigue demostrar: el cine, como bien nos enseñó Chaplin, puede hacer reír y llorar con la misma intensidad con el poder de sus imágenes. La tipografía de sus créditos, sus golpes de violín, sus cuidados gags visuales… conforman un todo necesario en estos tiempos que corren. Y no se limita a evocar una forma, sino que la recicla y la reinterpreta. Ojalá la carrera de su director no se quede en este filme.
2-. Drive, de Nicolas Winding-Refn.
Contundente e insultantemente moderna, moderna de verdad. Un trabajo muy inspirado. Suscribo la reseña de Gabriel Doménech publicada aquí hace unos días. Si la posmodernidad empieza a demostrar su fecha de caducidad, creo que Drive es una estimable pista del cine que viene. Reinterpretar los modelos y figuras del pasado no tiene por qué limitarse a los guiñitos megaguays tarantinianos: se puede hacer una película totalmente nueva con ellos. Me viene a la cabeza una frase de Godard, puesta en boca de Yves Montand en Todo va bien, algo así como “el director de cine trata de buscar nuevas formas a los contenidos existentes”. Winding-Refn lo hace.
3-. Melancolía, de Lars Von Trier.
Fascinante. La acusan de irregular, desajustada, de faltar en ella lo que al cine de Von Trier le suele sobrar. Bueno… A mí me parece una propuesta muy interesante del director danés, un ensueño onírico de 2 horas, en la que el verdadero protagonista es ese lado negativo de la realidad que todos nos esforzamos en ignorar para que salgan las cosas bien, ese malestar interno que pretendemos negar antes de sincerarnos con nosotros mismos. Poderosas imágenes, enigma y misticismo, diálogos extraños, un aparente sosiego que encierra por dentro mucho pensamiento y dolor en ebullición. ¿Y qué pasaría si no respondiéramos a lo que los demás esperan? ¿Y si dejáramos de aceptar las conductas sociales a las que estamos acostumbrados? ¿Y si todo se fuera a tomar por culo? Von Trier se toma su tiempo y trata de explorar nuevos caminos en su cine, y está en todo su derecho. Directores como él siguen dando sentido a la palabra autor.
4-. No habrá paz para los malvados, de Enrique Urbizu.
Urbizu merece un aplauso. Películas como esta son salvavidas en el cada vez más, si no decepcionante, sí previsible cine español. Más allá de los típicos productos comerciales de rigor, el cine de terror y variantes de vocación americana y calidad variable, y las incesantes revisiones de la Guerra Civil, etc etc, que succionan las subvenciones, Urbizu se desmarca firmando un cine diferente, sólido y necesario. Un cine que no es pretencioso, plagado de referencias reinterpretadas, que no se supedita al tópico, retratando un Madrid que está bastante olvidado y un contexto de corrupción y caras B de la actualidad que nadie tiene cojones de mirar de frente (es más fácil refugiarse en el pasado). Un guión bien construido, reforzado por la tan mencionada interpretación de Coronado y presentado con la dirección cuidada y experimentada de Urbizu, que en todo momento dice más de lo que parece, dan como resultado esta película que probablemente se quede sin Goyas, olvidada entre estrellas de nuestra “industria” y La voz dormida.
5-. Cisne negro, de Darren Arronofsky
Y sí, yo también sucumbí. En los círculos “elevados” parece que este cine bien hecho, de calidad y buena factura, que funciona muy bien entre el “populacho”, queda automáticamente deslegitimado por ello. Pues no. Que las niñas se pintaran en carnavales como la protagonista no convierte Cisne negro en Crepúsculo. Puede que la historia resultara algo predecible, que sonaran ecos de películas anteriores tipo Repulsión, etc, etc… Pero es que está muy bien dirigida. Arronofsky narra con pasión y habilidad, conduciendo con muy buen pulso al espectador hasta el genial clímax final.
A ver qué pasa este 2012 con el cambio de gobierno en el cine español, a ver qué futuro les aguarda a ciertos directores que han bajado el listón con sus últimas producciones... ¡a ver si por fin puedo ver la nueva de James Bond!
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