viernes, 22 de octubre de 2010

Fassbinder. "Desesperación". El melodrama en el cine y en la vida real.





Agradeciendo ya en mi primera línea la generosidad de Carlos Abascal Peiró por cederme este hueco en su blog, me gustaría hablar de una película desconocida de un autor notable, una película que, justificada o injustificadamente, ha caído en el olvido, y que jugó en su día un papel clave tanto en la vida como en la obra de su director. Se trata de Desesperación, dirigida en 1977 por el realizador alemán Rainer Werner Fassbinder. Debido a su escasa (por no decir, nula) disponibilidad para ser encontrada, considero necesario rescatar del pasado Despair, aunque sea en forma de post, pues se trata de uno de los mejores trabajos de puesta en escena de su director, lo cual, sumado a otros méritos, hacen más que digno su visionado. Asimismo, las circunstancias personales que rodearon la creación del filme me parecen de lo más interesantes.

Desesperación cuenta la historia de Hermann Hermann, interpretado por Dirk Bogarde con su elegancia habitual, un hombre que, en la Alemania de finales de los años 20 y principios de los 30, decide fraguar un plan para huir de una vida burguesa que no le satisface. Él se siente tan solo un personaje de la vida en numerosas ocasiones, ocasiones en las que, como si se desdoblara, es testigo externo de sus actos. En el momento en que encuentra un hombre –un cuasi-mendigo interpretado por Klaus Löwitsch, el fututo marido de Hanna Schygulla en El matrimonio de Maria Braun- que cree que se le parece a él (aunque en realidad no tanto), comienza a transformarle para fingir su asesinato. La película juega con las ideas de la identidad, de la memoria y del peso que tienen nuestros actos en la vida, así como con la imaginación del personaje y con el espectador.

El guión de la película viene firmado en inglés por el autor teatral Tom Stoppard, que adapta una novela de Vladimir Nabokov y con cuya petición a Fassbinder de que dirigiera un guión suyo nace este proyecto. Es por ello que Rainer Werner limita aquí sus funciones a las de director y montador (cargo desempeñado habitualmente bajo el seudónimo de Franz Walsch, un nombre recurrente para algunos personajes de sus primeras películas). Le acompaña en esta tarea Juliane Lorenz, la que tiempo después se convertiría en su segunda y última mujer, pero de la vida privada de Rainer hablaré más tarde. El reparto lo lidera, como he dicho, Dirk Bogarde, con gran dignidad y empaque, y entre los secundarios destaca Volker Spengler, haciendo de su desagradable cuñado (Spengler destacaría y por fin tendría un papel protagonista un año después en Un año con trece lunas, interpretando a un transexual). En el reparto se encuentra Armin Meier, el novio de Fassbinder en aquella época, sobre el que también hablaré más tarde.

La película se inscribe en el tercer periodo de la filmografía del director alemán, un periodo que abarca desde La ruleta china (1976) hasta Querelle (1982, su última película). En este periodo Fassbinder trató de conseguir el reconocimiento internacional, y para ello empezó a recurrir a estrellas de otros países y a un estilo de dirección mucho más pulido y maduro, trabajando elementos como la fotografía particularmente. Para las dos primeras películas de este periodo contó con Anna Karina en La ruleta china y con Dirk Bogarde en ésta. Además de un mayor énfasis en la estética, en esta tercera etapa encontramos proyectos de gran envergadura tales como adaptaciones literarias (p. ej, Desesperación, la serie Berlin Alexanderplatz, Querelle) y trabajos en los que estudia, con la mujer como protagonista, el desarrollo de la historia alemana de la primera mitad del siglo XX, desde la crisis económica de los años 20 hasta el resurgimiento –también económico- tras la Segunda Guerra Mundial (es notable su trilogía El matrimonio de Maria Braun, Lola y La ansiedad de Veronika Voss, así como Lili Marleen, la película alemana más cara hasta 1980).

Cada año en la filmografía de Fassbinder juega un papel muy importante: salgan mejores o peores películas, su ritmo es imparable y él se mantiene en constante evolución como director. Cada año estrena, como mínimo, una película para cine y otra para televisión, o dos para cine. Es un creador constante. Como él mismo reconocía, en el cine daba salida a sus frustraciones vitales, haciendo cine encontraba sentido a su vida. Tan solo el año antes había hecho para televisión Solo quiero que me ames, así como había cerrado su segunda etapa, la de los “melodramas distanciados”, con un juego artaudiano, El asado de Satán, y había inaugurado la tercera, con el ejercicio de estilo para cine La ruleta china, con una depurada planificación y manejo de la cámara. En 1977 firmó Desesperación y la miniserie La mujer del ferroviario y para el año siguiente tendría listos un capítulo para la película por episodios Alemania en otoño, y los filmes Un año con trece lunas y El matrimonio de Maria Braun. En esta época empezó a consumir cocaína, lo cual sumado a sus excesos y a ese ritmo de vida que llevaba acabaría matándole antes de cumplir los 40 años en 1982.

Durante el rodaje de Desesperación empezaba a anunciarse lo que sería uno de los golpes emocionales más duros que recibiría Rainer en el terreno personal y que propiciaría que su forma de rodar y de vivir se acelerase aún más en los 5 años que le quedaban de vida, en los cuales llegó a estrenar 7 películas y una serie de televisión de “13 capítulos y un epílogo”. Durante este rodaje, como digo, se hallaba en crisis con la que sería su pareja más estable, Armin Meier. Armin era un carnicero casi analfabeto que había conocido a Rainer años antes siendo camarero en un bar de ambiente. Era un hombre atractivo, rubio, de ojos azules: su físico se debía a una tendencia seguida durante el régimen nazi de juntar a parejas de raza aria para que su descendencia continuase pura. Rainer no tardó en incluirle como actor de reparto en sus películas, así como le dedicó la que para mí es su obra maestra en cine, La ley del más fuerte (1975). Es por ello que se le ve en productos de esta época como El viaje a la felicidad de Mamá Küsters, formando parte de la familia de Brigitte Mira, o El asado de Satán, en la que hace de un chapero que busca clientes en baños públicos. En esta última Fassbinder incluye desnudos integrales de Armin, al igual que Visconti los incluía de Helmut Berger, Pasolini de Ninetto Davoli o nuestro castizo Eloy de la Iglesia de José Luis Manzano. Parece una constante en ciertos directores homosexuales presumir en su cine de lo que se llevan a la cama, aunque les vayan las cosas mal o regular como pareja. En la época de Desesperación así era. Armin se reveló como una persona muy dependiente de Rainer y débil, y los episodios de crisis y de celos le llevaron, por ejemplo, a esconder el guión de algún día de rodaje para llamar la atención del realizador, retrasando así la producción.

Fassbinder era una persona muy inestable emocionalmente y según apuntan sus biógrafos, cada una de sus relaciones eran más duelos personales que historias de amor. No era la primera vez que andaba liado con uno de sus “actores” pero sí en la que se respiraban situaciones de tal tensión. Antes de con Armin, Fassbinder estuvo con Günther Kaufmann, un actor negro de sus primeras películas atado a una familia así como con el inmigrante bereber también con familia El Bedi ben Salem, protagonista de Todos nos llamamos Alí, que acabaría suicidándose en una cárcel años después.

Tras Maria Braun y el episodio de Alemania en otoño, en el que parece que se aborda la inestabilidad política de Alemania a través de su relación (y en el cual queda patente el papel dominante de Rainer), llegó una crisis definitiva estando en Estados Unidos. Parece que Fassbinder tuvo un lío con un afroamericano y Armin regresó a Alemania.El director le escribió una compleja carta de despedida, dejando de nuevo claro quién de los dos tenía cultura y se largó a Cannes a celebrar su cumpleaños. Armin en Alemania se dio a la bebida y a las drogas y días más tarde le dejó en su apartamento su regalo de cumpleaños: su suicidio.

Cuando Fassbinder se enteró de la noticia, desapareció y no acudió al entierro. En cambio, preparó el guión de la que sería su siguiente película, en la que, según declaraba, quiso manifestar el profundo dolor que había sentido por la pérdida de su amante. El director se encargó de muchas de las labores de producción de la película (guión, dirección, montaje, fotografía). Un año con trece lunas fue duramente criticada por muchos por lo que consideraban el cinismo de Rainer al aprovecharse de un suicidio casi anunciado y en parte provocado por él mismo para estrenar un nuevo filme. Un año con trece lunas cuenta la historia de un transexual, Elvira, antes Erwin, que se cambió de sexo en el pasado por el amor de un hombre que más tarde le abandonó. En la película intervienen Ingrid Caven, la primera mujer de Fassbinder; Liselotte Eder, su madre; regresa como actor a su filmografía Günther Kaufmann, en otro tiempo su amante,…

De nuevo confluyen en el cine de Rainer la realidad y la ficción, de la misma manera que en la mente de Hermann Hermann, el protagonista de Desesperación, se juntan lo real y lo imaginado. Con este post quería reflexionar, además de por qué quedan en el olvido ciertos títulos, sobre hasta qué punto la vida determina la obra de un creador, por mucho que se distancie y ruede guiones ajenos que adaptan a Nabokov. Pido perdón si pequé de amarillista líneas arriba manchando así el honor de este blog y espero que si has llegado a esta línea, oh lector, lo hayas hecho interesado y contento.

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