La película cuenta la historia de un hombre, Ejvind, que llega al norte de Islandia huyendo de su pasado. Acusado de ladrón, tuvo que huir del sur dejando a su familia. En el norte, entrará a trabajar en la finca de Halla, una mujer que acabará enamorándose de él. Cuando sea descubierto y reconocido por su pasado delictivo, ambos huirán a refugiarse en las montañas, donde tendrán un hijo y su amor les bastará para sobrevivir. Hacia el final, su estabilidad se verá quebrada, perderán a su hijo y, perseguidos, morirán congelados años después, entre discusiones, solos y viejos.
Basada en una obra de teatro de gran popularidad en la época, Los proscritos es recordada sin duda por el uso narrativo que Sjöström hace del paisaje. Es un tercer personaje, sumado a la pareja. El norte de Suecia en el que se rodó viene a sustituir el de Islandia –donde se sitúa la historia- de la manera más creíble y emocionante. Es insólita en el cine de estas fechas la manera en la que se retrata la naturaleza más bella y salvaje, ante cuya inmensidad el ser humano queda diminuto. Las abruptas montañas, géiseres y lagos naturales son la proyección en imágenes de la manera de sentir apasionada y desarraigada de los protagonistas.
De nuevo, Sjöström desempeña el papel protagonista, algo muy a destacar en un género como el drama, pues los roles de director-guionista-protagonista ejercidos por un solo individuo tan solo eran habituales en la comedia. Sus películas, a pesar de tender a enmarcarse en ciertas convenciones argumentales debido a las exigencias y limitaciones de la época, revelan una manera de contar de lo más personal. Su estilo es visible en todo momento y llegará a la cumbre en los años venideros.
Como bien he señalado al principio, en este periodo Sjöström ya se ha labrado una gran reputación como cineasta. La escritora Selma Lagerlöf le autoriza, tras ver Terje Vigen, a que su productora, Svenska Biografteatern, adaptara al menos una de sus novelas por año, lo cual es sorprendente pues hasta entonces se había opuesto a que se trasladara al cine algún texto suyo. Como director, acabará un promedio anual de 2 películas en este periodo. Predominan las adaptaciones literarias y teatrales, empleando como reclamo para los espectadores de la época cierta idea de qualité en el cine, así como confiando en el éxito de la versión original para que la cinematográfica resulte exitosa.
'El monasterio de Sendomir'. Un grupo de nobles van de camino a Polonia y deciden pasar la noche en un monasterio. Preguntan a un monje por el origen del edificio y éste les cuenta la historia del conde Starschensky, un hombre rico y poderoso cuya felicidad desapareció en el momento en que se enteró de las infidelidades de su mujer. El conde trata de cazarla en acción, la caza, y acaba matándola y quemando su castillo para hacer de él un monasterio. Ante la sorpresa de los nobles a quienes cuenta la historia, el monje se revela como el conde Starschensky, anciano y triste, todavía atormentado por su crimen y la traición de su mujer.
Destacan como protagonistas absolutos de la cinta Tore Svennberg y Tora Teje como el conde y la condesa, respectivamente. El interés de El monasterio de Sendomir, más allá de su inevitable flashback, radica en que la historia se desarrolla casi en su integridad dentro de un castillo. La gran mayoría de las escenas son interiores y, sin embargo, el resultado no es un filme teatral: mediante el lenguaje cinematográfico, cada vez más desarrollado en la filmografía de Sjöström, se logra involucrar al espectador en el puro drama. Puede que estén trasnochados ciertos aspectos de los personajes (no hay que olvidar que se basa en un relato escrito un siglo antes), como por ejemplo el hecho de que sean nobles y ricos los protagonistas y los problemas maritales transcurran en un castillo, pero quedarse en eso no hace justicia a la película. La cinta cuenta un drama matrimonial en toda regla, con infidelidades, engaños, trampas y celos y los temores y sorpresas que se va llevando el conde a lo largo del metraje, que se transmiten perfectamente al espectador. No es el drama de alta alcurnia habitual, sin duda. El hecho de que Sjöström apueste por el intimismo y se desenvuelva tan bien en este ámbito después de dos grandes producciones como Terje Vigen y Los proscritos, dice bastante del talento como narrador de este director.
'La carretera fantasma'. En 1921, Sjöström dirigiría la que probablemente es su mejor película. De lo que no hay duda es de que fue la que le lanzó definitivamente al mercado internacional y la que facilitó su acceso a Hollywood dos años después.
Con un guión de estructura compleja, el director cuenta –y protagoniza- la historia de David Holm, un hombre atormentado que, consciente o inconscientemente, hace la vida imposible a sus seres queridos y también a sí mismo.
Dado que en estos post quería centrarme en las obras relevantes de Sjöström que no tienen apenas tratamiento en internet y, para no escribir sobre lo que ya está escrito, recomiendo a los interesados en La carreta fantasma que pinchen en el siguiente enlace: me parece el mejor comentario sobre esta película que he encontrado en internet.
Por lo demás, creo importante señalar la enorme influencia que ejerció esta película en la manera de entender el cine de Ingmar Bergman, quien la descubrió a los 15 años y, décadas después, retirado en la isla de Faro, acostumbraba a verla cada verano. La manera de presentar temas como la desintegración familiar, la falta de fe y la angustia vital que ofrece Sjöström en La carreta fantasma son un claro antecedente de todo aquello que Bergman desarrollará en su cine muchos años más tarde. A modo de homenaje, una de sus últimas películas, rodada para la televisión, Creadores de imágenes (2000), aborda la creación de La carreta fantasma por parte de Sjöström y Lagerlöf.
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